Enrica Pérez es una joven directora peruana que se fue a Nueva York a estudiar una maestría de dirección de cine en la Universidad de Columbia hace unos años. En 2006 volvió a Perú para rodar Taxista, un cortometraje basado en el cuento «Taxi Driver sin Robert de Niro», de Fernando Ampuero.
A inicios de año nos enteramos que Enrica tenía la intención de adaptar el nuevo libro de Ampuero (Hasta que me orinen los perros) para realizar su segundo largometraje, es decir que ya tenía entre manos una primera historia en desarrollo.
Ahora sabemos que la ópera prima de Enrica será Climas, este dato aparece en el reportaje de Diana Kisner para la revista Caras, donde la directora cuenta que viene escribiendo el guión al alimón con Matías Vega. Sobre el argumento leemos lo siguiente:
Climas es un tríptico de historias sin conexión aparente: una niña en la selva, una cuarentona en la costa y una anciana en la sierra. “Tienen en común su incapacidad de comunicarse. Así como las tres regiones del país”, dice la cineasta. Su facilidad expresiva le hace interesarse en este tipo de personajes, aunque “ha sido un guión difícil de escribir, pues ¿cómo sacar palabras de un mundo en silencio?”. A pesar de la ficción, no quiere inventar la realidad donde esta transcurre. Por eso ella y Matías están haciendo investigación de campo en el interior del país en zonas como Huancavelica.
Una historia sobre mujeres y con escenarios en distintas zonas del país, la historia promete, aunque es muy pronto para arriesgar juicios. En todo caso Enrica cuenta que tentará suerte en los concursos de Conacine e Ibermedia, algo de experiencia en estas lides tiene pues ya antes obtuvo un premio por Taxista, tanto en el concurso de cortos de Conacine como en el Columbia Film Festival.
Para finalizar el post rescato unas líneas de Ricardo Bedoya quien se ocupa de la nueva camada de cineastas peruanos en el mismo reportaje:
El crítico y profesor de cine Ricardo Bedoya cree que el principal aporte de la nueva generación de directores peruanos es “su deseo de hacer películas en un medio que ofrece pocos estímulos”. Para él no es nada estimulante, por ejemplo, una ley de cine que no se cumple y un sistema de distribución y exhibición que ignora al corto y arrincona al largometraje. Pero el romanticismo sobrevive y en los últimos años se han estrenado en salas comerciales “primeras obras” como las de Álvaro Velarde, Josué Méndez, Claudia Llosa o Gianfranco Quattrini. Eso, además de la prolífica producción en el interior del país, a pesar de su
limitada exhibición. Es el caso de Palito Ortega (Ayacucho) o Joseph Lora (Puno).Al crítico le resulta difícil identificar tendencias en la actual producción. Explica: “Al no haber continuidad en la realización no logran definirse vertientes. Hay películas que apuestan a una expresión personal teniendo fondos internacionales que aportaron recursos. Otras buscan el éxito de taquilla con historias de adolescentes cachondos y el protagonismo de figuras del espectáculo. El cine peruano está configurado por el modo en que se financia y se produce. En este campo hay modalidades distintas y hasta opuestas”.
Gracias: Diana Kisner y revista Caras
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