The Old, Weird America, dirigido por Rani Singh, es un documental sin mayores ambiciones, tal vez muy pocas si se las compara con la delicada empresa del personaje que retrata, Harry Smith, quien se dedicó a recopilar el legado musical de la Norteamérica rural de los años 20 y 30. Muchos podrán identificarse con su búsqueda de aquellos sonidos que salieran de lo común, de su incansable recorrido por tiendas de antigüedades. Sin embargo, ¿cuántos de nuestros recopilatorios transcenderán décadas e influenciarán músicos tan diversos como Sonic Youth o Van Dyke Parks?
La diferencia no está en esa aura académica que rodea su trabajo (Smith fue musicólogo), ni tampoco la artística (a pesar de que sus cortos experimentales sólo nos confirman su talento), es probablemente todo ese conjunto, además de un elemento que el documental deja ver con una sutileza tal vez no pensada: el carisma del personaje. Porque la directora de The Old, Weird America se salva de caricaturizar a Harry Smith por la brevedad de sus hilarantes apariciones, y le deja la palabra a amigos, conocidos y admiradores suyos y de su «Anthology of American Folk Music». El documental mezcla, a veces de manera un poco torpe, registros de los años 20, versiones originales de los músicos de la época, testimonios y grabaciones de los conciertos-tributo donde destacan (vamos, dejan sin palabras) las apariciones de Elvis Costello y Beth Orton. Tal vez no se trate de la joya de documental que pensé que vería, pero sí es, en todo caso, una amable introducción a un proyecto loable.
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