Pablo Trapero y su Mundo Grúa, obra capital del nuevo cine argentino, fueron, allá por 1999, los primeros ganadores del BAFICI. A nueve años de aquella fecha, y con cuatro películas más bajo el brazo, se reunió junto con otros directores (entre ellos Piñeyro, Acuña, Lerman), a pedido de Clarín, para conversar sobre lo que es y ha significado el BAFICI para cada uno de ellos. Estas fueron las respuestas dadas por «el bonaerense»:
Cuando empezó el BAFICI, no sé si se llamaba así, era che, hay un festival, llevemos la película. Creo que comenzó, en parte, como consecuencia de la necesidad de mucha gente de poder mostrar su trabajo, no creo que haya sido un accidente. El BAFICI fue el primer espacio importante que tuvieron esas películas en la Argentina. De hecho, mi película, Mundo grúa empezó acá y después hizo el recorrido internacional.
Sobre los asistentes al festival opina:
Cada uno tiene su mirada sobre los espectadores, pero creo que más allá de un público más o menos cinéfilo, el festival ayudó a generar más interés en el cine. Si bien a nivel comercial pareciera que cada vez va menos gente al cine, por otro lado, hay una necesidad de mucho público que no encuentra lo que busca y acá parece encontrarlo, más allá de lo que representa para nosotros los realizadores. Hay como un estado de ánimo, una predisposición de la gente por acercarse que no tiene que ver sólo con estudiantes de cine.
Y sobre la tarea que tiene por delante el festival, no es modesto, ni se siente satisfecho:
Para que no sea un accidente durante abril y nada más, podría funcionar como un espacio permanente e itinerante.
Ya vemos que, aún con uno de los festivales más vastos e importantes en América del Sur, los directores argentinos (no sólo Trapero), piden más, y mejor.
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