Aunque Wikipedia diga que nació en 1939, lo cierto es que Claudia Cardinale (tunecina hija de padres italianos), una de las divas de la época dorada del cine, ha cumplido hoy 70 años, en plena actividad y convertida desde hace mucho tiempo en leyenda viviente de la pantalla grande, y en referente de una época desaparecida.
El próximo Festival de Cannes, en mayo, será el escenario para celebrar no sólo ese acontecimiento, sino también su medio siglo de carrera, a partir de su debut en la coproducción franco-tunecina Goha (estelarizada por Omar Sharif), luego de ganar el año anterior un concurso de belleza en su tierra natal.
Ese mismo año, 1958, participó en el filme I soliti ignoti de Mario Monicelli, al lado de Marcello Mastroianni, Vittorio Gassmann, Totó y Renato Salvatori, nada menos. En ese tramo final de los 50 hizo varios filmes más, y en 1960 se consagró con tres películas diversas pero significativas: El bello Antonio de Mauro Bolognini, ya como coprotagonista de Mastroianni, Austerlitz del viejo pionero Abel Gance, y Rocco y sus hermanos, bajo la poderosa dirección del maestro Luchino Visconti, quien la dirigió nuevamente en El gatopardo en 1963, en paralelo a Ocho y medio, su primera y única colaboración con otro portento de Cinecittá, Federico Fellini.
Es decir, en la primera mitad de los 60, Cardinale era una actriz amada por el público y deseada por los mejores y más diversos directores, en un amplio registro pleno de matices que le permitían ser dama refinada de época, musa vaporosa y atemporal, o fuerte presencia temperamental. Su versatilidad le permitió un breve paso por Hollywood, en cintas como La pantera rosa de Blake Edwards o El fabuloso mundo del circo de Henry Hathaway, donde alternó con John Wayne y una decadente Rita Hayworth.
Volvería a trabajar con Visconti en Vaghe stelle dell’Orsa… (1965) y Grupo de familia (1974), penúltima obra y auténtico testamento fílmico del realizador. También se dio maña para incursionar en el spaghetti western, a través de Érase una vez en el Oeste (1968) de Sergio Leone, y en una película alucinante y afiebrada como Fitzcarraldo (1982) de Werner Herzog, rodada en la selva peruana contra viento y marea.
Su más reciente película es una coproducción ítalo-argentina: Estrenando sueños (2008), al lado de sus compatriotas Salvatore Sampieri, director, y Giancarlo Giannini y Michele Placido, veteranos colegas también activos, y el gaucho Leonardo Sbaraglia.
Recordemos el esplendor de Claudia en una escena de Ocho y medio, con Marcello Mastroianni.
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