Muchos dicen que es un derecho, otros dicen que lo inventó Dios como castigo. Lo cierto es que como tantos otros ritos de la humanidad, el trabajo ha pasado por el cine más veces de lo que nos hemos dado cuenta, mientras le prestamos más atención a una intriga, un personaje, un estilo de narrar o demás artilugios que convierten a la ardua labor diaria en sólo un pretexto o un detalle del encuadre. En otros casos hay cineastas preocupados por explorar el sistema laboral y su absoluta influencia sobre la existencia moderna. Los motivos de las injusticias sociales, la alienación y la despersonalización como sus consecuencias, o el simple disfrute de la conquista del hombre sobre la naturaleza y dentro de la sociedad. De todo ello hemos sido testigos a veces con más lucidez frente a la pantalla, aquí tenemos algunos retratos de la diaria jornada:
La huelga: Acaso la versión más memorable de la eterna lucha de clases en el mundo laboral. El genial Eisenstein hizo de los dogmas socialistas la fuente de inspiración de sus barrocas y poderosas ficciones. Su largometraje debut es una obra maestra envolvente y sobrecogedora. Una historia de tantas historias de lucha y rebeldía ante las injusticias. ¿Cine panfletario? Bastante. Pero por encima de ello se imponen las presencias y rostros de esos trabajadores, una explosión de movimiento. La búsqueda de una utopía absoluta casi sin meditarlo, a trompicones.
Tiempos modernos: Charles Chaplin hizo a Charlot protagonista de varias alegorías libertarias. La mayor de ellas es la que acontece, no ante ejércitos, damiselas o policías, sino la que transcurre en los predios de tecnología desbordante que va ejerciendo, de a pocos, un influjo absorbente en sus visitantes hasta convertirlos en objetos, en máquinas sin identidad que cumplen funciones robóticas y hasta triviales. Craso error pues en algún momento el espíritu puede hacer cortocircuito.
Recursos humanos: En tiempos todavía más modernos, la cosa no parece cambiar demasiado. Por ahí asoma una mayor organización dentro de esa inmensa mayoría menos favorecida, pero eso no significa que el eterno conflicto de clases estalle en determinado momento. Sino que lo digan estas dos generaciones encontradas, padre e hijo en el primer mundo, tan conflictuados como los que vieron llegar las primeras máquinas.
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