Continuando con la difusión de su película Sin sentimiento, que logró ser exhibida por la cadena CineStar, el cineasta ayacuchano Jesús Contreras dio una entrevista en el diario Perú 21. En el diálogo, contó detalles de la relación con su pueblo, afectado por la violencia subversiva, su migración a Lima y de cómo fue dando sus primeros pasos en el quehacer audiovisual, en el que ahora posee su propia empresa, Zankay Producciones. También cuenta el modo en que observa al público en las proyecciones de la película, y ya anuncia otro proyecto, aunque aún no recupera su inversión.
¿Hablaban quechua en casa?
No, pero siempre me gustó. Lo aprendí de los amigos, de la misma sociedad. Tengo unos tíos a los que les gustaba bromear en quechua. Yo trataba de juntarme con ellos para aprender. No quería perder mi dejo ayacuchano, que es diferente al de Cusco o al de Huancayo. Siempre que puedo hablarlo, lo hablo.¿Cuándo volvió a Ayacucho por primera vez?
En el 92. Pero había cierto recelo. Yo pensaba regresar y encontrar a mis amigos del barrio, pero la mayoría había muerto. Dos amigos míos que son policías viven pero, cuando me vieron, pensaban que yo era de Inteligencia. Me mantenían al margen. Pero, después, recuperamos la confianza.¿Por qué regresó a Ayacucho?
Porque mi hija tuvo asma, pero yo también quería regresar. En 2001 ya me quedé a vivir allá, aunque voy y vengo a Lima. Llegué a trabajar en dos canales de TV de Ayacucho, donde conocí a mucha gente que hace cine.En Ayacucho hacen mucho cine.
Sí, casi dos al año. La gente que me conocía sabía que yo había estudiado cine, y por eso me decían para hacer una película. Pero yo sabía los costos y riesgos. Además, yo no quería hacer algo caído. Allá están Palito Ortega y otros directores experimentados. Uno de ellos es Lalo Parra, que también es actor. Y yo lo convoqué.
Pueden revisar la entrevista completa para mayor información sobre uno de los pocos exponentes del cine regional difundidos en salas comerciales de Lima.
Extra: Ricardo Bedoya también dedicó un espacio a Sin sentimiento en «El placer de los ojos».
Foto: María Panta
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