El decano de los directores, Manoel de Oliveira, ha recibido hoy aquel galardón que le ha sido esquivo a lo largo de su extensa, extensísima, carrera: La Palma de Oro. El casi centenario realizador portugués agradeció el homenaje del festival, y de la comunidad cinematográfica en general, directores, actores, periodistas y críticos, «todos los que aman el cine» según sus palabras. «Aprecio enormemente recibirla de esta manera, porque no me gusta la competición con mis colegas. Es la mejor manera de recibir un premio», dijo luego de recibir la Palme D’Or de manos del francés Michel Piccoli, uno de sus actores preferidos.
Manoel de Oliveira, que el próximo 11 de diciembre cumplirá 100 años, había estado en la competencia oficial de Cannes en años anteriores, disputando la codiciada Palma, con sus filmes Los caníbales (1988), El convento (1995), La carta (1999) que sí ganó el Premio del Jurado, Vuelvo a casa (2001) y El principio de la incertidumbre (2002).
En el Grand Téâtre Lumière, iniciando el homenaje, se presentó el cortometraje Un día en la vida de Manoel de Oliveira, dirigido por el presidente del festival, el francés Gilles Jacob. También se presentó la primera obra del portugués, el corto Duero, tarea fluvial, realizada en 1931. En la ceremonia estuvieron presentes los miembros del jurado, con Sean Penn a la cabeza, acompañados de otro grande: Clint Eastwood, quien entra en la competencia mañana con Changeling, no quiso faltar a este histórico homenaje. Oliveira terminó su discurso de agradecimiento con una emocionante frase: «Yo crecí a lo largo de un siglo con el cine, y hoy sé que fue el cine el que me hizo crecer. «¡Viva el cine!».
Un video aficionado nos muestra de cerca lo sucedido hoy:
Extra: A manera de homenaje adelantado, ElCine Web Site publicó hace algunos días el artículo «Su Historia, reflexiones sobre Manoel de Oliveira», escrito por la crítica argentina Lorena Cancela. El mejor momento para leerlo es ahora.
En una carta, el pensador cinematográfico Raymond Bellour se preguntaba por qué el cineasta portugués Manuel de Oliveira no era una cita frecuente en las listas cinematográficas actuales, como si lo eran Kiarostami, Tsai Ming Liang o Wong Kar-wai, entre otros directores contemporáneos. Decía: «Curiosamente, me viene a la memoria una palabra: “civilización”. Una palabra muchísimo más grande que el cine, su vida o su muerte, pero que también le es intrínseca. Oliveira es el nombre correspondiente a ese término. Ustedes hablan poco de él».
Si bien los interlocutores de esa lista eran críticos de Paris, Viena, Melbourne, Chicago, podemos extender su preocupación a Buenos Aires. Durante el 10 Bafici los denominados medios especializados le dedicaron a este director no más que alguna referencia en pocas líneas, cuando no lo omitieron directamente. ¿Será porque no es joven? ¿O no está de moda? ¿O porque Cristóbal Colón, un enigma no es “su mejor película”? Si es que esa valorización significa algo…. Teniendo en cuenta que, de acuerdo con la organización, una de las victorias del festival fueron la cantidad de espectadores, y esos mismos medios así lo celebraban, Oliveira debería haber sido, al menos por los años que suma, casi cien, una referencia ineludible.
Deja una respuesta