El crítico Fernando Vivas, miembro del jurado del reciente Concurso Extraordinario de Proyectos de Largometraje de Conacine 2008, ha publicado hoy en El Comercio un texto sobre la experiencia evaluadora y dirimente de los embriones de nuevas películas que va cocinando la cinematografía peruana.
Vivas subraya el tono sombrío generalizado de las historias concebidas y lo asocia a la odisea casi redentora que constituye la profesión de cineasta en el Perú. «Pero así es el cine, que en su largo tiempo de maduración -dos o tres años por proyecto- no puede recoger el ánimo del momento en que se filma y menos del día en que, heroicamente, se estrena. Por eso sentí que muchas historias siguen atadas a frustraciones del país que los cineastas hacen suyas en su larga espera por la plata para rodar», explica. Es decir, el pesimismo y la pesadumbre se filtra a las páginas de los guiones y luego colman las pantallas. Algo que no tendría que ser así necesariamente, si algunos cineastas considerasen la tecnología digital como una alternativa al celuloide, además de ajustar presupuestos a nuestra realidad, y claro, si empezaran a tomarse en serio las opciones de proyección digital en los cines, tal cual sucede en Brasil. De esta manera, los directores podrían llevar sus historias al écran lo más cerca posible al momento en que se gestaron con el entusiasmo inicial.
Sin embargo, el crítico se muestra optimista respecto a la solidez de los proyectos, incluso de quienes no ganaron esta vez, y elogia el de Las malas intenciones, de Rosario García Montero:
…estimo el talento de Fabrizio [Aguilar], ya puesto a prueba en «Paloma de papel», para llevar adelante «Tarata»; pero hubiera preferido que en su lugar ganara «Las malas intenciones», proyecto de ópera prima de Rosario García Montero sobre una niña hipersensible, quizá perversa, que evade una realidad que por lo demás la tiene aislada, alucinando encuentros con los héroes nacionales de las láminas escolares.
Además reseña brevemente la trama de las cuatro historias ganadoras, algo que no se hizo en el comunicado que publicó ayer Conacine:
«Cuatro» plantea 4 episodios que tienen que ver con cómo la muerte, fáctica o próxima, de un ser querido afecta la vida de sus deudos. «Cielo oscuro» quiere hacer estrellar a una pareja insólita –un empresario de Gamarra y una chica culturosa– contra una barrera de celos e inseguridades. «Contracorriente» irá a una caleta de pescadores a contar una historia de amor gay e introducir, para conjurar la fatalidad, un toque de irrealidad con absoluta naturalidad. «Tarata» promete retratar, a través de una familia, el miedo y la paranoia que se acrecentó en Lima cuando estalló el bombazo que da nombre al guion.
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