I Am Legend
Dir. Francis Lawrence | 101 min. | EE.UU.
Intérpretes: Will Smith (Robert Neville), Alice Braga (Anna), Charlie Tahan (Ethan), Salli Richardson (Zoe Neville), Willow Smith (Marley Neville).
Estreno en España: 19 de diciembre de 2007
Estreno en el Perú: 3 de enero de 2008
Esta es una notable película de ciencia ficción, con elementos de los subgéneros de terror y de filmes de catástrofes y epidemias, con unas gotas de Náufrago, el filme de Robert Zemeckis. Su punto de partida argumental es la historia del último sobreviviente en New York tras una epidemia originada por un virus que presuntamente curaría el cáncer. Es todo un reto para el director Francis Lawrence el ir desarrollando una trama donde la soledad y el peligro se dan la mano constantemente y nos conducen a un final de tragedia y salvación. Pero quizás lo más notable sea el correcto balance entre los diversos componentes audiovisuales de esta obra cinematográfica.
Esta es una notable película de ciencia ficción, con elementos de los subgéneros de terror y de filmes de catástrofes y epidemias, con unas gotas de Náufrago, el filme de Robert Zemeckis. Su punto de partida argumental es la historia del último sobreviviente en New York tras una epidemia originada por un virus que presuntamente curaría el cáncer. Es todo un reto para el director Francis Lawrence el ir desarrollando una trama donde la soledad y el peligro se dan la mano constantemente y nos conducen a un final de tragedia y salvación. Pero quizás lo más notable sea el correcto balance entre los diversos componentes audiovisuales de esta obra cinematográfica.
El primer elemento que caracteriza esta película es el trabajo de ambientación, que muestra a una New York abandonada, con sus principales atractivos llenos de polvo y yerbas que crecen por doquier y donde la vida pareciera haberse detenido intempestivamente. En este escenario –que recuerda algún episodio de la famosa serie La Dimensión Desconocida– observamos el tremendo contraste entre la urbe aparentemente vacía y la soledad del héroe –del doctor Robert Neville (Will Smith)–, que vaga armado y seguido por su pastor alemán, a la caza de animales salvajes por las calles de esa prototípica ciudad. Pero el tremendo contraste entre el individuo y el enorme escenario urbano no se limita a las panorámicas; sino también a la contraposición entre las imágenes cercanas del protagonista y los grandes espacios abiertos en los que muchas veces tiene que actuar.
Un segundo elemento lo constituye el ritmo creado entre los momentos contemplativos (vida cotidiana en su departamento y otras locaciones interiores) y de exploración en exteriores –mayormente en tomas largas y calmadas– y las violentas transiciones hacia vertiginosas escenas de lucha contra esa especie de zombis rabiosos que han sobrevivido en un estadío proto o inhumano, según se vea. Este ritmo va construyendo la creciente tensión interna del filme, ya que esa lucha contra los mutantes (primero desde exteriores y luego en interiores) y contra la soledad va a marcar el sentido de todo el relato. Estas escenas de acción hacen un uso apropiado de los ruidos y el montaje para llegar a sobresaltar al espectador, en un crescendo que alcanzará su clímax en el asedio y lucha finales con las citadas criaturas.
En tercer lugar, la película descansa en la notable actuación de Will Smith, la cual se caracteriza por su exacta adecuación a los elementos audiovisuales arriba mencionados. No sólo en las acciones de lucha física (persecuciones y la impactante escena en la que «cae» victima de su propia trampa), sino –sobre todo– en los momentos de conflicto interno, en los que debe sacrificar su compañía y enfrentar un final para el que siente predestinado. Entonces observamos un apropiado control y regulación sobre los movimientos del cuerpo y expresiones del rostro. De hecho, algunos primeros planos dan la sensación de estar mostrándonos, físicamente, a otra persona, ya sea por efectos de iluminación o un trabajo sobre gestos que nunca llega al exceso ni al vedettismo. Por otra parte recurre también al registro irónico, cuando por ejemplo, recita de memoria y simultáneamente algunos diálogos de la película Shrek o cuando canta un fragmento de Marley; los cuales explican su propia situación vital y, en definitiva, el sentido de su existencia. De esta forma también encontramos cierto alivio a la tensión, mientras que en ningún momento se abandona la construcción de un personaje trágico.
En otras palabras, estamos ante un guión muy bien estructurado y que incorpora elementos diversos para dar consistencia al relato, sin recargarlo ni caer en la reiteración gratuita. Desde el punto de vista de la estructura, también está muy bien regulado el uso de los flashbacks, los cuales van gradualmente explicando la situación social y personal del héroe, mientras vemos a este en una situación de creciente aislamiento. Estas vueltas al pasado concluirán al borde de las secuencias finales de clímax y desenlace de la película.
Este conjunto de elementos ha sido articulado con mucha precisión, de tal forma que trasciende un poco el mero entretenimiento y llega enunciar un contenido humano general, sin llegar tampoco a ser excesivamente pretenciosa. Es decir, es consciente de sus límites (pero no limitaciones), de tal forma que permite disfrutar tanto a nivel de las emociones que producen las buenas películas de acción como el ejercicio de la reflexión sobre un destino individual; que si bien conduce a un desenlace esperanzador, tampoco hace referencia a temas sociales actuales, como es el caso de las grandes obras maestras de la ciencia ficción. Estamos, por tanto, ante ese tipo de obra de arte mediana, pero en absoluto mediocre, que mantiene las proporciones y equilibrio que caracterizan a la obra de arte, pero dentro de las dimensiones que le marcan los propios elementos audiovisuales utilizados.
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