What Happens in Vegas…
Dir. Tom Vaughan | 100 min. | EE.UU.
Intérpretes: Cameron Diaz (Joy McNally), Ashton Kutcher (Jack Fuller), Rob Corddry (Hater), Treat Williams (Jack Fuller Sr.), Deirdre O’Connell (Judy Fuller), Lake Bell (Tipper), Dennis Farina (Richard Banger), Queen Latifah (Dr. Twitchell), Krysten Ritter (Kelly), Jason Sudeikis (Mason), Michelle Krusiec (Chong), Dennis Miller (juez R. D. Whopper), Ben Best (taxista).
Estreno en España: 9 de mayo de 2008
Estreno en el Perú: 5 de junio de 2008
Dos personas solitarias en plan de escape, Joy y Jack, se conocen en un hotel de Las Vegas, se casan en medio de una embriaguez total y luego ganan tres millones de dólares en una jugada hecha por él con una moneda de ella. No tienen la menor intención de seguir juntos, pero un conservador juez los obligará a sostener el matrimonio por seis meses si quieren dividirse la fortuna. A partir de una graciosa anécdota, Tom Vaughan desarrolla los típicos códigos que convierten la disparidad extrema y el odio mutuo en cercanía paulatina y enamoramiento predecible.
Locura de amor en Las Vegas es un ejemplo del tipo de divertimento que Hollywood hace en serie. Es una comedia romántica atravesada por la actitud escéptica y cínica de estos tiempos, en los que se impone la ambición material, pero no deja la mirada ingenua y amable, aunque con mínima destreza para seguirla con simpatía.
El británico Tom Vaughan tiene experiencia en el género. Además de diversos trabajos en TV sobre relaciones familiares, es el autor del largo Starter for 10 (2006), acerca de las vivencias amorosas de unos jóvenes universitarios a mediados de los años ’80. Eso permite que maneje con facilidad una graciosa anécdota para desarrollar los típicos códigos que convierten la disparidad extrema y el odio mutuo en cercanía paulatina y enamoramiento predecible. La ruta es trazada por la guionista Dana Fox, que también cumplió ese rol en The Wedding Date (2005), otra cinta en similares coordenadas.
Dos personas solitarias en plan de escape, Joy y Jack, se conocen en un hotel de la famosa ciudad de los casinos, se casan en medio de una embriaguez total y luego ganan tres millones de dólares en una jugada hecha por él con una moneda de ella. No tienen la menor intención de seguir juntos, pero un conservador juez los obligará a sostener el matrimonio por seis meses si quieren dividirse la fortuna. Todo lo previo a esa decisión es grueso y expeditivo, buscando lo antes posible la paradoja del vínculo accidental, incluido el montaje que simplifica a unos cuantos pantallazos la noche de desenfreno.
El transcurso de la convivencia forzosa muestra las posibilidades de Vaughan y también sus límites. Surgen los matices de los personajes, asoman sus traumas personales, entornos familiares y pasados sentimentales, se realizan consecutivos intentos de hacer caer en la «infidelidad» al enemigo –lo que significaría perder la fortuna entera– y se multiplican las situaciones de disputa y atracción habituales en el género. El departamento neoyorquino donde viven, que es la principal locación del relato, está suficientemente aprovechado como escenario, porque del desorden original de Jack pasa a ser campo de batalla, laboratorio de emboscadas y finalmente punto de encuentro, ya que, poco a poco, la singular pareja encontrará que la otra parte no es tan mala y por lo menos se puede soportar.
Sin embargo, el potencial de la historia se pierde. El autor, que falla al final con la inverosímil calma de Joy, únicamente pretende una narración didáctica y sin perder la sonrisa. Aprovecha la frescura de Cameron Diaz y Ashton Kutcher, que logran cierto timing para el disparate y la soltura física –por ejemplo en la pelea callejera rumbo a la terapia matrimonial–, y están rodeados de buenos intérpretes, como la comediante Queen Latifah y los veteranos Treat Williams y Dennis Farina. Pero todo es menor, y la película sirve sólo para pasar el rato.
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