Lo bueno de llorar de Matías Bize
El cine chileno ha tenido un gran impulso en los últimos años con un fuerte incremento en su producción, gracias a una política estatal comprometida, y el reconocimiento en distintos espacios de exhibición internacional. La revista digital Mabuse.cl en su último número, además de dedicar su editorial al caso de la documentalista Elena Valera, quien se encuentra detenida por razones no del todo claras, revisa ocho estrenos chilenos de estos primeros seis meses del año (como para envidiarlos). Reseñamos brevemente cada uno, invitándoles a que se den una vuelta por el site chileno.
Para comenzar, Lo bueno de llorar, la tercera obra de Matías Bize, de quien hemos visto antes En la cama y Sábado:
Como si se tratara de una intencional contraparte a la verborreica En la cama, Lo bueno de llorar acoge el silencio, a tal nivel que los diálogos escasean. Y este no es el único contrapunto: en la película del 2005 los personajes apenas se conocen y esta falta de confianza se pierde ante la irrupción del deseo, mientras que en ésta los protagonistas se conocen demasiado y el deseo brilla por su ausencia. Por último, la acción de la cinta protagonizada por Blanca Lewin y Gonzalo Valenzuela transcurre en un espacio cerrado (una pieza de motel); en cambio ahora no hay un espacio fijo y la cinta camina a lo largo de las calles de Barcelona.
Siguiendo con los silencios y las obras en digital, comentan Rabia, opera prima de Óscar Cárdenas:
Rabia es una cinta barata, simple, sincera e imperfecta como las que el cine chileno necesita para escapar de la «dinámica del rating» en la que se encuentra sumido. (…) La inquietante atmósfera cocinada por Cárdenas encuentra congruencia en la actuación protagónica de Carola Carrasco como una joven insegura, contenida y apesadumbrada que lleva un año sin trabajar. La elocuencia de su rostro y la naturalidad con la que enfrenta los diálogos son grandes aportes.
31 minutos, la película de Álvaro Díaz y Pedro Peirano
El paso de 31 minutos (ver tráiler) de la TV al cine de la mano Álvaro Díaz y Pedro Peirano, es visto con cariño pero rigurosidad:
(…)La falla de 31 minutos como película tiene que ver más con lo que es que con lo que se sacrificó. Porque de haber seguido a pie juntillas el cuerpo y espíritu de la serie, quizás la satisfacción hubiese sido mayor, pero se hubiese dicho –con razón- que se trataba sólo de un capítulo extendido. Es la narración convencional y una historia central floja el principal defecto de 31 minutos. (…) El fenómeno de 31 minutos tuvo un desenlace digno, pero por debajo de las expectativas. Por lo que se puede decir, sin ninguna duda, que fue mejor la serie que la película.
El primer superhéroe chileno, Mirageman de Ernesto Díaz Espinoza, también pasa examen (aprobatoriamente):
(…) Como se ha repetido en todos lados, la cinta es tan honesta y falta de pretensiones como su abnegado protagonista, y se nota que está hecha con muchas ganas y cariño, que no pretende engañar a nadie, ya que entrega lo que promete: una variante criolla, entretenida y dinámica, de los filmes de súper héroes. (…) ¿En el terreno del cine estrictamente comercial, hay muchas películas chilenas así en el último tiempo? No, por desgracia.
Pero como todo cine, tiene unas de cal y otras de arena; Chile puede de Ricardo Larraín lo demuestra:
Chile puede es la expresión más descarnada de nuestro ostracismo cinematográfico. Un cine folclórico, «patriotero», de consumo local, enclavado en la búsqueda de algo tan inasible como el alma nacional. La burla que Chile puede hace de nuestra cultura es un lugar común tanto como lo que supuestamente ironiza. (…) Chile puede no hace reír y exige tan poco, que claramente está dirigida a un espectador embotado que ve dos películas al año, habla durante la función y ronca los 20 últimos minutos.
Y Normal con Alas de Coca Gómez (ver tráiler) sigue en la misma onda:
(…)La opción de la directora Coca Gómez es extraña, en la medida en que parece no confiar en su propia capacidad narrativa y deja todo en manos del discurso y no de la acción. (…) Normal con alas cumple religiosamente con todos los lugares comunes del tema en cuestión: prefiere reírse de cómo (creemos) son los cuicos; los pocos exponentes de «otra» clase social son morenos y feos, y su humor se basa en oponer desde un punto de vista moral las diferentes opciones.
Lokas de Gonzalo Justiniano
Más vacas flacas con Lokas de Gonzalo Justiniano:
(…) Resulta menos grave el tratamiento escolar que hace del mundo gay que la torpeza con la que está filmada. Porque, aunque resulte lamentable la incoherencia de la producción con sus pretensiones morales, para un director con oficio como Justiniano, es mucho peor la debilidad de la estructura del filme que la «tranca sexual» de su enfoque. En Lokas campean las imprecisiones y situaciones forzosas.
Por último, el documental El telón de Azúcar de Camila Guzmán Urzúa -que comentamos hace un tiempo- es visto a su estreno:
Las imágenes fijas de archivo del pasado inocente e iluso van dialogando con un presente desprovisto de adornos. Y los recuerdos de la realizadora se confrontan, como para despojarse de adornos engañosos, a los de los demás. El gesto no es el de explicar, sino el de tratar de entender; de ahí la modestia de la postura.
En Mabuse también encontramos especiales sobre otros filmes sin estrenar en vecino del sur: El cielo, la tierra y la lluvia de José Luis Torres Leiva, La recta provincia del venerado Raúl Ruiz y Tony Manero de Pablo Larraín. Con el Festival de Lima anunciándose pronto. Nos queda preguntar ¿Qué cintas chilenas veremos? Seguro no todas, ojalá las mejores.
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