Mañana sábado, a las 10 p.m, hay una cita impostergable con la señal de TV Perú (ojalá que no haya sorpresas como en la emisión de El hombre que sabía demasiado). El tercer hombre es una película extraordinaria, un título fundamental dentro del cine de espionaje que se masificaría especialmente tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Muy cierto es que varias películas célebres habían tratado el tema desde diversos estilos, especialmente el melodrama (The Mortal Storm o Casablanca). Pero con todo lo realizado anteriormente, incluso por Alfred Hitchcock, The Third Man, estrenada en 1949, es una película tan ambiciosa y singular que logra encontrar su propia voz en esta tendencia y a su vez se convertiría en otra referencia ineludible en el cine posterior.
Nuevamente las pretensiones y los fastos de productores como David O. Selznick y Alexander Korda brindaron las posibilidades a que este experimento narrativo fuera concebido por el vuelo creativo de sus participantes. Ahí se encuentran el director Carol Reed y sus protagonistas Joseph Cotten, la italiana Alida Valli, el británico Trevor Howard y Orson Welles, éste último aparentemente sólo en su faceta de actor, pero cuyo universo ampuloso y contaminante es tal vez la referencia mayor a la que se puede acudir cuando se ve esta película.
Estamos en la Viena de postguerra. En esa ciudad dividida por naciones e intereses se desarrolla un complot, en el que se involucrará el escritor norteamericano Holly Martins cuando intente seguir el rastro de un antiguo amigo. En medio de ello se sucederán paseos y correrías por los ambientes más decadentes, rodeado de la pequeña burocracia instaurada y los personajes más ambiguos y siniestros. Espacio para el intercambio cultural convertido en el de la paranoia. Sólo la presencia de la atractiva Anna es un aliciente para continuar por esta serie de cuerdas tensadas y entrelazadas como una telaraña. No es para menos, teniendo al especialista Graham Greene detrás del plot.
A destacar también el exacerbado expresionismo que se luce en todo momento (sobre todo en la persecución final), así como también la música en cítara a cargo del austriaco Anton Karas, precisa para sugerir este retrato de una Europa en conflicto, en el mismo borde de la cortina de hierro, donde no se distinguen nacionalidades o propios y reconocidos exotismos.
A continuación vean el tráiler de la época:
Extra: Escucha al maestro Anton Karas, ejecutar la característica música de este clásico.
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