Dir. Martin Scorsese | 122 min. | Estados Unidos
Intérpretes: Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts, Ron Wood, Christina Aguilera, Buddy Guy, Jack White, Darryl Jones, Lisa Fischer, Bernard Fowler, Blondie Chaplin, Chuck Leavell, Bobby Keys, Tim Ries, Martin Scorsese.
Shine A Light es un documental filmado en el Beacon Theatre de New York en el año 2006. Scorsese fue el director elegido por los mismos Rolling Stones, que son fans de sus películas, así como el director es fan del grupo. Era por eso un equipo perfecto, de genios que se admiran entre ellos. Marty buscó a los mejores directores de fotografía para este rodaje y las mejores cámaras. Filmó desde todos los ángulos imaginarios, con la meticulosidad que lo caracteriza. También sugirió canciones y quiso saber cuáles serían los temas elegidos desde un primer momento, pero Mick Jagger decidió comunicárselo sólo una hora antes, para que en la filmación quedara algo de la espontaneidad del grupo de rock más legendario.
Shine A Light o Mi simpatía por el diablo
La primera vez que vi a los Rolling Stones fue a inicios de los noventa, después de un viaje a dedo cruzándome toda la costa sur del Perú y el interminable desierto de Atacama. Estaba con mi amigo Ulises, otro fan y mochilero como yo, que no dudó en aventurarse a ir conmigo hasta Santiago de Chile y luego hasta Buenos Aires, con la excusa de ver a los Rolling en el camino. Teníamos 50 dólares cada uno en el bolsillo y un walk-man compartido con nuestros cassettes. Era la gira del Voodoo Lounge y no nos la podíamos perder, porque se suponía que era la última vez que los dinosaurios del rock harían una gira, y aquí, a nuestro humilde Perú, por supuesto nunca llegarían. Como todos sabemos ahora, esto fue una gran mentira, pero no importa, porque a los fans les da igual que les mientan. Lo único que queremos es un buen concierto de rock.
La segunda vez que los vi fue también en una ciudad que se llama Santiago, pero esta vez en España. Tocaron en Santiago de Compostela (ciudad santa), en año Xacobeo (año santo), y la Xunta de Galicia pagó por el espectáculo porque en año Xacobeo tiran la casa por la ventana. Por eso fue baratísimo, para la felicidad de los fans misios como yo, que andábamos de ilegales por esas épocas en el viejo continente y contando las pesetas. Pero ni con esas dejé de ir, y tampoco opté por revender mi entrada en la puerta a unos portugueses desesperados que me ofrecieron inmensas cantidades de dinero por mi entrada. No, había que ver a los Rolling otra vez, porque seguro que ésta era una vez más su última gira, y ya saben que a los fans nos gustan que nos mientan.
La tercera vez que vi a los Rolling Stones fue este año, en un cine de Munich, unos días después del estreno de Shine A Light. Los vi en concierto, pero como todos sabemos ya, un concierto no en vivo, sino sentada en mi asiento del cine, comiendo canchita alemana y tomando Coca Cola. He de decir que la película es un concierto filmado con la mejor calidad posible, con una edición que ha pasado por la mano de un genio del cine, como lo es el director Martin Scorsese, y con un sonido que casi emula el estar en un concierto de verdad. Pero no es un concierto de verdad. Eso lo sabemos todos los que alguna vez hemos estado en uno. Sentada en una butaca del cine no sudas, no saltas, no te empujan, no gritas, no cantas (bueno, sí, puedes cantar, pero bajito, sobre todo si estás en Alemania, donde no se pueden armar muchos escándalos), no se te caen los lentes para volverlos a encontrar milagrosamente bajo los pies de la multitud (como me sucedió en Chile), no te peleas con unos cuantos por agarrar al vuelo la uña de la guitarra de Keith Richards (como me sucedió en España), no te preparas para el concierto, tomando una chela o varias con los amigos, no te pones nervioso antes de que empiecen a encenderse las luces, no te cae agua del servicio de salvataje para que no mueras asfixiado, y todas estas maravillas que sólo puede entender un conciertero de toda la vida.
Shine A Light es un documental filmado en el Beacon Theatre de New York en el año 2006. Scorsese fue el director elegido por los mismos Rolling Stones, que son fans de sus películas, así como el director es fan del grupo. Era por eso un equipo perfecto, de genios que se admiran entre ellos. Imposible que no saliera un buen producto de esta unión. Mick Jagger tuvo en un principio la idea de filmar un superconcierto en Río de Janeiro, quería filmar el mejor concierto de la banda. Pero finalmente, cuando llegaron a un acuerdo con Scorsese, éste sugirió filmar en un lugar más pequeño, para poder controlar la realización, pero sobre todo para conseguir un ambiente más íntimo, más personal. Conciertos filmados de los Rolling hay miles, pero ninguna de estas filmaciones ha tenido realmente la intención de transportar al espectador al mismo escenario, como si estuvieras allí, con ellos.
Scorsese buscó a los mejores directores de fotografía para este rodaje y las mejores cámaras. Los puso a filmar desde todos los ángulos imaginarios, con la meticulosidad que lo caracteriza. También sugirió canciones y quiso saber cuáles serían los temas elegidos desde un primer momento, pero Jagger decidió comunicárselo sólo una hora antes, para que en la filmación quedara algún punto de la espontaneidad propia del grupo de rock más legendario. Y todo fue perfecto. Fue un gran concierto. Aunque realmente fue más de un concierto, porque no todo se filmó en un solo día. De hecho, Scorsese asegura haber editado sobre todo tomas del segundo día de concierto, en el cual ya todos sabían bien qué hacer. Porque no es fácil filmar a los Rolling. Mick se mueve como un desenfrenado en el escenario, y era difícil colocar las cámaras en los lugares adecuados, además de que el teatro resultó ser pequeño para las dollys. Pero a pesar de estas dificultades, se logró una excelente realización. Y luego, en la edición, Scorsese utilizó material de archivo de antiguos programas de televisión y noticieros, con imágenes de unos Rolling Stones sin una arruga en la cara, pero que ya decían que si podrían dedicarse a esto toda su vida, lo harían.
Sí, es un gran concierto el que se ve en Shine A Light. También un buen documental, hasta cierto punto. Porque la verdad es que me hubiera gustado ver incluso más material de archivo y no tanto concierto. Justo porque soy fan y ya los vi en vivo y en directo. Porque en la sala del cine no se suda y todas estas cosas que ya dije antes. Porque tengo los discos y puedo escuchar casi todas estas canciones cuando tengo ganas (aunque hay que decir que no sólo están los grandes éxitos, sino varias canciones «caletas», como You Got The Silver, por ejemplo). Pero no tengo acceso a material de archivo de los años sesenta y setenta. De ahí que me hubiera gustado ver un poco más de esto. Pero es una opinión personal, claro. Para los que nunca han visto a los Rolling, será una gran oportunidad para que sepan que uno no se puede ir a la tumba sin haberlos visto. Y he de decirles también que cuando Mick canta Sympathy for the Devil, con ese esbozo de fuego al fondo, es un chancay de a medio comparado con lo que sucede en un concierto de verdad, donde realmente te metes en el infierno con Mick, Keith, Charlie y Ron. This is Rock’n Roll, como dice alguien en esta película.
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