Dir. Ana Díez | 90 min. | Argentina – Uruguay – España
Intérpretes:
Viviana Saccone (Ana Severgnini)
Mauricio Dayub (Capitán Roberto Severgnini)
Nicolás Pauls (Xavi – adulto)
María Botto (Rosana – adulta)
Emilio Gutierrez Caba (Manuel Galdeano)
Ricardo Fernández Blanco (Agustín)
Pablo Arnolitti (Xavi – niño)
Pia Rodríguez (Rosana – niña)
Andrea Davidovics (Dolores Galdeano)
Estreno en Argentina: 21 de agosto de 2008
En Paisito, Julieta y Romeo no mueren presos de la pasión romántica, las botas militares de la realidad patean duro los pilares de la historia de amor más clásica de todas. Los que estaban destinados a una plácida historia de amor de barrio, con el «felices por siempre» sobre sus cabezas, se ven expulsados de su pequeño paraíso antes de perder la inocencia.
Julieta y Romeo (o la historia al revés)
En Paisito, Julieta y Romeo no mueren presos de la pasión romántica, las botas militares de la realidad patean duro los pilares de la historia de amor más clásica de todas. Y todo se pone de cabeza, tan al revés que el resultado es el mismo, el amor nunca triunfa.
Los que estaban destinados a una plácida historia de amor de barrio, con el «felices por siempre» sobre sus cabezas, se ven expulsados de su pequeño paraíso antes de perder la inocencia (o cuando están dando sus primeros pasos en eso). Las familias vecinas y amigas, se ven involuntariamente enfrentadas, en un momento álgido de la vida política uruguaya: el golpe y represión militar de 1973.
La película comienza con el reencuentro de los niños-amantes luego de 20 años de haberse perdido de vista. Aunque no totalmente, porque Rosana ha seguido a Xavi, a través de los partidos que jugaba él con la selección de Uruguay, y alimentando un rencor por el que le pedirá cuentas luego.
Juntos, y mientras resurge su romance, reconstruyen la historia a través de sus recuerdos. Hay sin embargo, una narración paralela, una «historia oficial» en la película, que cuenta cómo sucedieron lo hechos de traición y muerte entre sus familias, independientemente de la memoria de niños que poco entendieron entonces.
Alguien pregunta indignado al inicio de la cinta «¿De qué NO está hablando todo el mundo?». Hay en Paisito una elección por lo tácito sobre lo explícito, tanto en lo que los personajes eligen no decir, como en lo que la cinta elige no mostrar. Esto contribuye a la atmósfera del secreto en la que se envuelve esta historia dentro de la Historia.
Coherente con esta elección, la cinta evita secuencias donde el morbo podría sumar a la taquilla, y elige dejar la pauta de los momentos de violencia, muerte y sexo. El resto lo pone la imaginación del espectador.
Y es que aquí lo principal son las relaciones humanas que se trastocan en un contexto aberrante. Y para contar las sutilezas de esos cambios, hay que alejarse de lo fácilmente impactante, para no perder matiz.
La crítica argentina se ha enfocado en una aparente falta de complejidad o profundidad en los personajes. Pero los arquetipos que pueblan el universo de Paisito, no dejan de ser verosímiles en su contexto. Y esto no parece ser casual, por la prolijidad de cada uno y homogeneidad en el tono de todos; el juego de arquetipos parece ser más bien una propuesta dramática.
Al final, con más o menos particularidades, todos somos hijos del tiempo que nos toca, y entramos en los moldes de la paleta de arquetipos que hay en el momento, nos guste o no.
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