Dir. Woody Allen| 96 min. | España – EE.UU
Intérpretes: Rebecca Hall (Vicky), Scarlett Johansson (Cristina), Javier Bardem (Juan Antonio), Penélope Cruz (Maria Elena), Chris Messina (Doug), Patricia Clarkson (Judy Nash), Kevin Dunn (Mark Nash), Julio Perillán (Charles)
Estreno en España: 19 de setiembre de 2008
Quiero mucho a Woody Allen, y le quiero, evidentemente, por su genialidad, de sobra demostrada en su extenso currículo. Y eso es imborrable, está ahí. Por ello no le va a hacer ningún mal que yo piense que la mamarrachada disfrazada de película que ha realizado sobre Cataluña no puede ser otra cosa que una pequeña venganza, o un gran cansancio. Sí, digamos que parto de la idea de que no le van mucho los encargos a machamartillo sobre como ensalzar esta España nuestra, y digamos que tampoco estaba del todo bien asesorado. Porque si lo estuviera, no habría presentado una Barcelona que nadie reconoce (es que ni el turista más cutre, ese de calcetines con sandalias) y un Oviedo que podría ser Cáceres, mismamente.
Sainete en GaudíWorld
Con el mercantileo de la cultura pasa como con todo negocio, que se invierte mucho dinero, y cualquiera que sea el resultado hay que impregnarlo de marketing a lo bestia para que el producto luzca de primera, único, resplandeciente. Los acuerdos entre instituciones y cineastas llevan a proyectos de encargo que se pueden convertir en auténticas lápidas de mármol, por lo pesadas y por su significado más oscuro, cargarse al cineasta de turno. También puede ser que el dicho cineasta se tome una venganza sutil ante tanto agobio estadista de lameculos institucional. Quiero mucho a Woody Allen, y le quiero, evidentemente, por su genialidad, de sobra demostrada en su extenso currículo. Y eso es imborrable, está ahí. Por ello no le va a hacer ningún mal que yo piense que la mamarrachada disfrazada de película que ha realizado sobre Cataluña no puede ser otra cosa que una pequeña venganza, o un gran cansancio. Sí, digamos que parto de la idea de que no le van mucho los encargos a machamartillo sobre como ensalzar esta España nuestra, y digamos que tampoco estaba del todo bien asesorado. Porque si lo estuviera, no habría presentado una Barcelona que nadie reconoce (es que ni el turista más cutre, ese de calcetines con sandalias) y un Oviedo que podría ser Cáceres, mismamente.
Nadie se esperaba una gran película, pero esta sucesión de planos de cartón piedra, con más de un desenfoque artístico, en los que dudas si la broma está solo en el comienzo y al cabo de un rato empezará la trama de verdad, ocurrirá la sorpresa del guión, yo que sé, algo: una historia, un sobresalto, una maldad, un giro inesperado, o tal vez un argumento. Pues no. Vicky Cristina Barcelona es una guía turística de 96 minutos para el archivero municipal, ya no solo de Barcelona, sino del Spain is different, lleno de tópicos topicazos, de cara a la galería internacional, y norteamericana en particular. Ya estoy viendo la desbandada, el próximo verano, de Nancys (con sus tesis) dispuestas a revivir en Barcelona, o quizás Oviedo, un trío orgiástico con el macho ibérico de un par de…y la Maria Isabel española de rompe y rasga.
He de admitir que en Vicky Cristina Barcelona la única actriz que trae un poco de vida a una cinta que va muriendo por minutos, es Penélope Cruz, dando a su papel de Maria Elena (cuyons! ¿dónde estaban los asesores de Allen a la hora de plasmar nombres para personajes catalanes?, un Dolors, Carme, Judit, Ángels, o Pau, Andreu, Oriol para un inane Juan Antonio/Bardem, todavía con la expresión del asesino Anton Chigurh ) magia y energía, gracejo y garbo, malhablada y por tanto simpática, muy a lo Magnani, un estilo que parece está desarrollando la actriz de Alcobendas, y que por cierto no le sienta nada mal. Hasta reír nos hace. Se puede decir que son los únicos momentos en los que el espectador, totalmente desorientado, no hecha pestes por haber pagado una entrada de cine en los tiempos que corren.
Ay, mi Woody, !pero que te pasa amor! ¿Estás cansado?, ¿alejado de la realidad en tu burbuja mental Manhattiana? ¿Es que tanto costaba hacer otra Match Point en Barcelona? ¿Es que los encargados de la banda sonora estaban en huelga de oído? ¿Suponía un esfuerzo titánico que Javier Bardem se doblara a sí mismo? ¿Y esa voz en off a lo espinete en Barrio Sésamo? ¿Donde has dejado ese análisis de las complicadas relaciones de pareja que tan bien se te dan? ¿En algún chat? ¿Es que has tenido algún problema de comunicación lingüística con el personal? Hablando de cuestiones lingüísticas, no aparece una sola palabra en catalán, en esta Barcelona de guitarra española en patio andaluz.
Scarlett Johansson (Cristina) desprende el carisma que le es propio, aunque un tanto desganada utiliza la misma careta para un dolor de úlcera que para la observación de la Sagrada Familia, y con sus hermosos labios apoyados continuamente en una copa de vino. Su amiga Vicky (la actriz Rebecca Hall) da un poco más de juego a su papel de norteamericana deslavada. Ambas amigas llegan a Barcelona a pasar el verano para estudiar la cultura catalana, una por su tesis, y la otra hambrienta de vivir experiencias amorosas nuevas, abierta a lo que surja. Entonces surge Juan Antonio (Javier Bardem) ante ellas, queriendo beneficiarse a ambas, cosa que consigue. O sea que es una película con sexo, se preguntarán. Nasti de plasti , como no sea que aún nos creamos que los niños vienen de besos con lengua.
Las pérdidas económicas están al margen, atadas y descartadas, entre subvenciones (siendo esta cinta la primera de una trilogía producida con dinero español) y talonarios a los críticos de los medios habituales, que se han cuidado muy mucho de no traspasar la línea que yo estoy traspasando. Nunca se me ha mostrado más cierto el cuento del rey desnudo al que los de siempre ven vestido de traje lustroso, donde el pueblo llano ve sus carnes y sus partes.
Producir una película al año no garantiza la genialidad anual, eso lo tenemos claro los admiradores del cineasta neoyorkino. Por lo tanto aceptamos sus altibajos, y damos por hecho que algunas de sus cintas no dejarán la mínima huella. Vicky Cristina Barcelona es, quizá sin exagerar, lo peor en la carrera de Allen.
Bueno, les dejo que tengo cita con el doctor Mierzwiak (Olvídate de mi, Michael Gondry) para que me borre Vicky Cristina Barcelona de lo más profundo de mi cerebro.
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