Nacida en Navarra, España en 1957, la realizadora Ana Díez inició su carrera en el cine en México, donde estudió Dirección Cinematográfica, dejando atrás la licenciatura en Medicina que obtuvo en su país. Ganó el Premio Goya a mejor director novel por el filme Ander Eta Yul (Ander y Yul, 1989), y este año ha terminado su más reciente cinta, Paisito, una coproducción entre Uruguay, España y Argentina. A propósito del estreno de su filme en Argentina, le pedimos que responda este pequeño cuestionario:
¿Qué fue lo que te decidió a participar en el proyecto? ¿Qué te llamó la atención? ¿El guión, la historia?
El argumento de Paisito lo conozco desde al año 92. Ricardo Fernández Blanco era alumno mio en un master de guión. El había publicado un relato corto y quería con ello hacer un guión de largometraje. Lo trabajamos durante el curso, pero no lo terminó. Vino al cabo de 10 años con el guión, me lo mostró y decidimos trabajar en él conjuntamente durante un año. El guión estaba muy bien escrito y vimos que podíamos transformar más la trama. Llevar a los personajes hasta el límite de sus posibilidades dramáticas.
Con esto quiero decir que es una criatura que conozco desde el nacimiento, que la he visto desarrollarse y he colaborado en su crecimiento.
El guión final me parece muy conmovedor. Es una historia que habla de los que no se deciden a tomar partido, de personajes atrapados en medio del conflicto, de la dictadura, que va a truncar y arrasar sus vidas. Nadie termina la historia como podría estar previsto. Vencedores y vencidos padecen las heridas del régimen totalitario.
En definitiva, me parecía una buena historia y un excelente guión. No en vano ganó el premio Julio Alejandro de guión.
Siendo también guionista, ¿cómo te sientes trabajando con escritos de alguien más? ¿Cambia la forma en que asumes la dirección de la cinta?
Es muy diferente el trabajo de guión y dirección. Si una historia me interesa, si un guión me parece bien estructurado y escrito es muy estimulante dirigirlo
Como te decía habiendo colaborado en el crecimiento de la criatura siempre vi la posibilidad de dirigirlo.
Es cierto, que el director transforma el texto del guión y lo convierte en película. Desde la elección de las localizaciones para tal secuencia, el tono de la fotografía, la forma de los encuadres y el casting, la escritura de las escenas se va transformando. El gesto o la mirada de un actor puede expresar tres párrafos de guión. O, al contrario, una línea se transforma en 15 planos. Como directora he intentado poner en imágenes las emociones contenidas en el guión.
Es muy interesante la preeminencia de lo tácito sobre lo explícito. Parece ser una de las marcas de Paisito, tanto en lo que los personajes no eligen no decir, como en lo que la cinta elige no mostrar (momentos de sexo, violencia que son parte de la historia). ¿Buscaban dejar esa sensación? ¿Por qué?
Me planteé hacer una historia nada maniquea y que los momentos más emotivos los pudiera sentir el espectador a través de la impresión que esa vivencia causaba en los personajes. Para sentir la intimidad y el placer que provoca un acto amoroso no es necesario ver en pantalla a dos personajes haciendo el amor, como para sentir el horror de matar no es necesario ver un cadáver o litros líquido sanguinolento en pantalla.
La crítica argentina se ha enfocado en una aparente falta de complejidad o profundidad en los personajes. Pero la prolijidad y homogeneidad en el tono del universo de personajes deja la sensación de ser más bien una propuesta de la cinta, el trabajar con arquetipos. ¿Se planteó desde el guión? ¿Cómo trabajaste con los actores la construcción de sus personajes?
Creo que la película es impecable en la construcción de sus personajes. Hay un protagonismo coral de ocho personajes. Pienso que cada uno tiene el espacio justo y medido para expresar sus sentimientos, sus miedos y sus anhelos en la historia que se cuenta. La emoción del primer amor en los niños, Xavi y Rosana, que sienten que pasa algo raro a su alrededor. El miedo y los recelos del zapatero republicano y su mujer que responden de manera inesperada ante la situación. Las dudas arrasadoras del jefe de policía ante el golpe militar y el pánico de su mujer a perder el estatus sino responden de la manera adecuada. La angustia infinita de Rosana de mayor que aun repite las palabras de su madre: “como pudimos perder si ganaron los nuestros”. Y la desmemoria de Xavi, que cree que es mejor olvidar el pasado.
En ese sentido, todos los personajes están trabajados con una intensidad similar, cada uno con sus características. Jugando un poco a la contra. Los ideales republicanos se truncan, la amistad se traiciona y la historia de amor no puede desarrollarse. Todo lo que estaba naciendo en esas dos familias vecinas es interrumpido de manera trágica por la dictadura.
Para trabajar con los actores el planteamiento fundamental era hacer aflorar del personaje lo que no se espera de él. Por poner un ejemplo, del policía la ternura y la debilidad por su hija, del zapatero, la familiaridad con la muerte, del coronel la importancia de la amistad…
Todo para que las cosas en la película vayan sucediendo poco a poco, de manera imperceptible. Algo turbio y siniestro atraviesa todos los planos y todas las relaciones, los recelos y el miedo se apoderan de los personajes hasta la tragedia final.
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