Dir. Sam Garbarski | 103 min | Inglaterra – Alemania – Bélgica – Luxemburgo – Francia
Intérpretes: Marianne Faithfull (Maggie – Irina Palm), Miki Manojlovic (Miki), Kevin Bishop (Tom), Siobhan Hewlett (Sarah), Dorka Gryllus (Luisa).
El alemán Sam Garbarski no expone en esta película la realidad de las trabajadoras sexuales y sus conflictos. Es una comedia negra que aloja el drama de una mujer que debe hacer lo que menos hubiera imaginado, y sin medir las consecuencias, por salvar la vida de su nieto. Su tema es que los sentimientos están por encima de la moral (de una sociedad hipócrita). No pretende escandalizar, busca conmover. ¿Cómo conseguir dinero? Maggie pide préstamos en el banco y todas son negativas. Debe ir más allá.
Es inevitable que luego de leer alguna reseña donde se mencione el oficio de la protagonista uno no sienta ganas de ver este filme. Simple curiosidad. A mí me pasó al ingresar a un cine de Buenos Aires.
Maggie (Marianne Faithfull, cantante y musa de los Rolling Stones) es una mujer mayor que busca dinero para pagar el viaje de su nieto enfermo a Australia. En ese lejano país los padres del niño podrán encontrar el tratamiento médico que le salve la vida. ¿Cómo conseguir dinero? Maggie pide préstamos en el banco y todas son negativas. Debe ir más allá. El local se llama Sexy World y la cándida Maggie ingresa luego de ver el anuncio «Se necesita anfitriona». Allí conoce a Miki (Miki Manojlovic, actor de Underground y de otras películas de Emir Kusturica), el dueño del lugar, quien durante la entrevista de trabajo intenta descifrar si esta mujer sabe en lo que se ha metido, si en verdad se ha dado cuenta que allí sólo hay damas que bailan y se desnudan para atender a los caballeros más exigentes del Soho londinense. Luego le pide que le muestre sus manos, las toca, son muy suaves, perfectas para lo que busca. La necesita -si ella se atreve- para hacerse cargo de su nueva atracción, que en el mundo de la pornografía se conoce como glory hole. Le presenta una habitación con un agujero en la pared y le expone las características de su nuevo puesto: especialista en masturbación.
El director alemán Sam Garbarski no expone en esta película, la segunda de su carrera, la realidad de las trabajadoras sexuales y sus conflictos. Es una comedia negra que aloja el drama de una mujer que debe hacer lo que menos hubiera imaginado, y sin medir las consecuencias, por salvar la vida de su nieto. Su tema es que los sentimientos están por encima de la moral (de una sociedad hipócrita). No pretende escandalizar, busca conmover. Por eso Garbarski decide no mostrar penes ingresando por el agujero en la pared. Lo que la cámara hace es filmar el rostro de la abuela Maggie mientras se va convirtiendo en Irina Palm (el nombre de fantasía que le pone Miki). Vemos su brazo moviéndose en un ir y venir, de modo mecánico, un gemido anónimo y agradecido del otro lado y nada más.
Luego, la vocación doméstica va tomando posesión de ese territorio en el que se vende placer. Irina Palm se pone delantal, coloca un cuadrito en la pared, un florero sobre la mesa. Y se mueve como quien ingresa a la cocina para preparar el mejor postre de su vida. Pero luego de presentarlo uno se pregunta qué se puede hacer con un personaje en apariencia tan original para una comedia que no pretende serlo. Bueno, se pueden poner en el camino de Irina Palm varios obstáculos que apunten a que su secreto sea descubierto (en especial por su hijo Tom). Y así sucede. Lo que ocurre es que el personaje de Irina Palm es tan fascinante –y es tan bien encarnado por Faithfull- que paradójicamente acaba con el resto de la historia. Uno puede apostar a que todo lo que venga será totalmente predecible, secundario y poco importante para la trama principal, que poco a poco se agota. Irina Palm gana fama y clientes, deja de cuestionarse y continúa desarrollando su oficio, pide prestado el dinero que necesita y con eso se engancha por seis meses al trabajo, Miki -el dueño del club nocturno- comienza a encariñarse con ella, y luego es tentada por un club de la competencia para instruir a sus chicas en las habilidades manuales.
Quizá lo mejor de esta segunda parte de la película es la escena donde Maggie vuelve a reunirse con sus viejas amigas de siempre, señoras muy respetables –quienes solían decir que ella no sabía hacer nada-, para tomar el té luego de una larga ausencia en sus conversaciones rutinarias. Y entonces, sentada frente a ellas, comienza a responder al interrogatorio con una pasividad estrictamente inglesa. ¿En qué se ha ocupado todo este tiempo que ha dejado de verlas? ¿Ha encontrado un trabajo? ¿Qué es lo que hace? Es una escena que basta para demostrar que el personaje no es el mismo del inicio, pues también quiere ser respetado. Ya no le importa el que dirán, es Irina Palm, y con eso basta: ha ganado un nombre. Las señoras muy respetables en cambio son curiosas: quieren saber cómo ejerce su oficio, cómo lo hace, mientras siguen conversando y comiendo galletitas.
Irina Palm es incluso un guiño a la vida de Marianne Faithfull. Ayer una juventud de drogas, noches desenfrenadas y mucho rock and roll. Hoy, pasados los sesenta años tiene la oportunidad de que su carrera esté todavía en sus manos.
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