Jean-Luc, haciendo lo que mejor sabe hacer
Casi compitiendo con la boca floja del impresentable general Donayre, otro peruanazo, el escritor Santiago Roncagliolo, ha hecho gala recientemente de «cierto cinismo light», entre otras cosas, en palabras del argentino Quintín. En «Por boca de ganso», un artículo publicado originalmente en el diario Perfil, el crítico de cine le da con palo a Roncagliolo, comentando un artículo en el cual el limeño afirma que los filmes de Godard no sólo le ayudaban a conciliar el sueño, sino que le servían para «levantarse minas» -como dicen en Buenos Aires-:
Leo un curioso artículo del escritor peruano Santiago Roncagliolo que arranca diciendo que en su época universitaria el mejor argumento para seducir chicas era hablarles del cine de Godard. Es raro, porque Roncagliolo nació en 1975 y, veinte años más tarde, Godard estaba lejos de ser un afrodisíaco. Está claro que Roncagliolo habla por boca de ganso, impresión que se refuerza cuando escribe: “El único inconveniente era que había que ver sus soporíferas películas, pero en caso de emergencia uno podía salir del paso con algunos clichés del tipo ‘una mirada oblicua a la condición contemporánea’ o ‘un poema visual sobre la otredad´ que servían para describirlas a todas.” Entre todo lo que se ha escrito sobre Godard es difícil encontrar una frase tan desatinada: nadie decía vaguedades semejantes sobre películas tan concretas como Sin aliento, Vivir su vida o La chinoise, films de la época en que Godard podía ser objeto de una fascinación masiva entre universitarios. En cuanto a lo de aburrido, los antiintelectuales de los sesenta solían aplicarle el calificativo a Antonioni, no a Godard. Pero si Roncagliolo dice que, a mediados de los noventa, Godard era el infalible “anzuelo para el sexo con intelectuales”, se debe referir a alguna variante del sexo solitario.
Touché.
El dato: Roncagliolo estuvo la semana pasada en Argentina, invitado al Festival de Literatura de Buenos Aires.
Otro dato: «Pudor», premiada novela del peruano, se convirtió en una película española el 2007, esta fue la crítica que escribió Blanca Vásquez.
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