Changeling
Dir. Clint Eastwood | 141 min. | EE.UU.
Intérpretes: Angelina Jolie (Christine Collins), Gattlin Griffith (Walter Collins), Michelle Martin (Sandy), Michael Kelly (Detective Lester Ybarra), Frank Wood (Ben Harris), John Malkovich (Gustav Briegleb), Colm Feore (James E. Davis), Devon Conti (Arthur Hutchins)
Estreno en España: 19 de diciembre de 2008
Estreno en Perú: 15 de enero de 2009
Es curioso que sumergidos hoy en una crisis económica mundial el cine vuelva la vista atrás, como ya mencioné en Un gran día para ellas (Bharat Nalluri), fijándose en la anterior gran depresión para, quizá, no olvidar que con las grandes hecatombes económicas, se hacen añicos también los derechos básicos del ser humano. Y justo es decirlo, los grandes perdedores son los más débiles, entre ellos las mujeres. En un estilo absolutamente clásico, imitando al cine hecho en la época de los hechos, con los evidentes adelantos técnicos, la propuesta de Eastwood gustará a la Academia de Hollywood, no cabe duda.
Los archivos judiciales como inspiración cinematográfica
Sucedió una noche, 1934, es un clásico admirado de Frank Capra que obtuvo 5 Oscar, entre ellos el de Mejor Película. Clint Eastwood hacía el final de su 28 película como realizador, lo que supone un respiro en el desarrollo de la historia, le ha hecho un guiño al espectador con la cinta de Capra, sabedor, tal vez, de que alguna estatuilla le va a caer al equipo. Hablo, cómo no, del actual estreno en las salas comericales (que no el último) de Eastwood, Chalenging o El intercambio, con una Angelina Jolie en pura explosión de gracia carismática e interpretativa.
Ocupando puesto en mi lista de las diez mejores películas del 2008, la que se estrenó en Cannes 2008 (Premio especial de la 61 Edición) como The Exchange, a la cual finalmente la productora optó por dejar el primigenio título de “Changeling”, es una amalgama entre film-denuncia, estudio del comportamiento social e institucional norteamericano, thriller policíaco, intenso melodrama, con unos escasos toques de gótico (que recuerdan a Sangre fría,1967, Richard Brooks, en varias escenas, entre ellas el ahorcamiento) basada, para mayor credibilidad sociológica en hechos reales (descubiertos por medio de archivos judiciales que iban a ser destruidos) acontecidos en Los Angeles justo antes de la gran depresión de los años treinta. Es curioso que sumergidos hoy en una crisis económica mundial el cine vuelva la vista atrás, como ya mencioné en Un gran día para ellas (Bharat Nalluri), fijándose en la anterior gran depresión para, quizá, no olvidar que con las grandes hecatombes económicas, se hacen añicos también los derechos básicos del ser humano. Y justo es decirlo, los grandes perdedores son los más débiles, entre ellos las mujeres.
Y sin embargo El intercambio habla de la inmensa fuerza de una mujer, Christine Collins/Angelina Jolie quién lucha contra algo casi impensable en la época, la institución policial y todos los estamentos que amamantaba: médicos psiquiatras, alcaldes y políticos, mafiosos, prensa…excepto uno, al menos en la ciudad que nos ocupa, el pastoral con el que el personaje de Gustav Briegleb (John Malkovich), pone en jaque a la masa llena de brumos corruptos que forman todos los anteriores.
Resulta singular como el cine de las últimas décadas se para a reflexionar y mirar con ceño fruncido al Departamento de policía de Los Angeles. Como en otros momentos se centró en el Chicago mafioso, o las mafias italoamericanas posteriores de otras grandes urbes. Clint Eastwood en su extensa filmografía, y con un prestigio que ya nadie le discute, ha oscilado entre patrioteros filmes de policías templados con la ley en sus cuyons, acorde con sus simpatías republicanas, y denuncias nada ambiguas de la corrupción del estamento policial, lo que le granjea buenas dosis de contradicción, propia de los que saben mirar por todos los resquicios. Él mismo ha interpretado las dos caras del policía, especialmente de perdedores, algo que sabe retratar a la perfección, sin olvidarse del prisma femenino. Raro, diría más de uno, en un tipo duro y sucio como Harry.
En un estilo absolutamente clásico, imitando al cine hecho en la época de los hechos, con los evidentes adelantos técnicos, la propuesta de Eastwood gustará a la Academia de Hollywood, no cabe duda. Lo que no quiere decir que no guste al espectador cinéfilo, pero aún siendo un afluente del estilo melodramático y estético de Mystic River (azules grisáceos, filmación a base de sombras en interiores), no consigue la grandeza de éste quizá por las pinceladas de gran americano dadas a la producción que me ocupa. La Jolie de rasgos excesivos aparece aquí componiendo un personaje muy trabajado en su estado de ánimo, que se alza en heroína de los derechos ninguneados de aquellas mujeres que venían justo de conseguir su derecho al voto, en un momento en que eran ingresadas, sin miramientos, en un psiquiátrico bajo un extraño código (12) por resultar muy molestas para la mafia estatal.
Probablemente los guionistas y productores han compuesto un personaje muy libre del archivo descubierto en la ciudad angelina. Christine es una buena trabajadora, eficaz y con cierto estatus en la compañía telefónica de la ciudad donde trabaja. Madre soltera de un niño (Walter) de nueve años, un día, por motivos laborales, tiene que dejar al chico solo en casa durante unas horas. A la vuelta descubre que su hijo ha desaparecido. A partir de ese momento, marzo de 1928, empezará una odisea casi increíble para nuestros ojos de sociedad contemporánea: la sustitución por parte de la policía del hijo de Christine por un niño vagabundo, con el fin de acallar las voces, especialmente la del pastor Briegleb, contra la ineficacia de la policía en la investigación del niño desaparecido.
La lucha de esta mujer frente a tanta mentira y manipulación, y los resortes, tanto lingüísticos como forzados (su ingreso temporal en un psiquiátrico) frente a los que tiene que hacer para que la opinión pública la crea, son el centro de este intenso drama-denuncia. Angelina/Christine presenta un matiz embriagadoramente teatral desde el punto de vista estético (casi un maquillaje tatuado), que le aleja de un naturalismo de madre doliente. Intuyo que es otro guiño gótico muy a lo Fellini del realizador estadounidense.
Les apuesto, queridos lectores, que la Jolie ya puede hacer sitio en sus limousines para colocar el próximo Oscar, y tal vez dejar un espacio para el de su estupendo maridito, pues ambos han cosechado un año de buenos trabajos. Lo dicho, hagan sitio en su agenda para ver El intercambio de Clint Eastwood, es cine de buenas hechuras, como va siendo habitual en la carrera de este realizador.
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