Entre les murs
Dir. Laurent Cantet | 128 min. | Francia
Intérpretes: François Bégaudeau (François Marin), Nassim Amrabt, Laura Baquela, Cherif Bounaïdja Rachedi, Juliette Demaille, Dalla Doucoure, Arthur Fogel, Damien Gomes
Estreno en España: 16 de enero de 2009
La ganadora de la edición 2008 del prestigioso Festival de Cannes es una pantalla abierta a una realidad desconcertante, la de la enseñanza pública actual de los países occidentales, y su desencuentro sociológico. La cinta francesa, acertadamente titulada, explica un proceso (un años escolar) que se desarrolla en el interior de un colegio, sin escenarios exteriores, como no sean algunos momentos de recreo.
Se requiere profesor con dotes negociadoras y mucha imaginación
La ganadora de la edición 2008 del prestigioso Festival de Cannes es una pantalla abierta a una realidad desconcertante, la de la enseñanza pública actual de los países occidentales, y su desencuentro sociológico. Realidad que está en constante equilibrio de funambulista. Oficio el del magisterio, que se bambolea como un flan por sus ráfagas de descontento social, violencia agazapada y aislamiento en guetos. Un profesor de la enseñanza pública es un autentico amante de su vocación, un valiente Despereaux de valor inquebrantable para poder hacer frente a la falta de disciplina, nihilismo y desencanto de las hordas juvenalias, y sus vicios adquiridos en sociedad tan competitiva. “Entre les murs”, inexplicablemente titulada La clase en castellano e inglés, es el resultado de las experiencias como profesor de secundaria de su guionista, (además de principal intérprete) François Bégaudeau, en la que su director, Laurent Cantet, ha facturado un trabajo naturalista, fresco, de cámara en hombro, con una imagen que se abalanza sobre las expresiones en su mínimo detalle, lo que le confiere un valor de documento, de verdad, apoyado por interpretes amateurs de ojos vivos que dan al filme su interés extraordinario.
Sabemos de la problemática social que el multiculturalismo y la política de inmigración han generado en la vecina Francia, por los disturbios habidos. Cualquiera que tenga hijos, sabe del deterioro de la enseñanza en Europa, no como consecuencia de la nueva identidad sociológica, más bien por los cambios tecnológicos y, por qué no?, de la propio argamasa atrozmente capitalista, en la que aquello que no genere un beneficio económico inmediato es denostado. Por ello la cultura per sé, el aprehender como elemento enriquecedor personal supone para muchos jóvenes, aquellos que no se sienten representados en los retratos sociales oficiales, una pérdida de tiempo, porque ven que no les va a llevar a nada, porque no sacan nada que les sirva. En La clase de Cantet los mismo alumnos (de 14 ó 15 años) expresan su opinión sulfurada ante el profesor de lengua con esa suficiencia y ausencia de humildad (a excepción del muchacho chino) de aparentar saber demasiado de la vida, objetando la practicidad de ciertas lecciones (algunos tiempos verbales o géneros literarios como la poesía, etc). Son unos chavales envejecidos, sin la mínima ingenuidad. Son franceses que no se sienten franceses.
La cinta francesa, acertadamente titulada, explica un proceso (un años escolar) que se desarrolla en el interior de un colegio, sin escenarios exteriores, como no sean algunos momentos de recreo. Con un sonido cinegético Cantet y Bégaudeau nos describen los equilibrios, el constante “toma y daca” diario del profesorado con los alumnos, bien patentado en las reuniones mantenidas periódicamente, o en sus citas con los padres de alumnos, donde el resultado final concluyente es un sentimiento de desamparado por parte del maestro, del que se espera que haga de padre y de juez, sin el respeto antaño a él profesado. Esto se expresa claramente en algunas escenas donde se objeta el tuteo insultante en el que incurren algunos alumnos.
La película no da respuestas, hace muchas preguntas, se cuestiona lo realizado hasta ahora en materia educacional, muestra la solidaridad de los centros para con la problemática de inmigrantes ilegales (como vemos por las manifestaciones llevadas a cabo por el profesorado en Francia), analiza la conveniencia o no de las expulsiones en caso de alumnos muy problemáticos, y pone sobre la mesa muchas dudas, y algún que otro mazazo que no les voy a contar. En definitiva una película golosa, que reta a los espectadores a sacar sus propias conclusiones, y propicia un jugoso debate una vez acabada su visión. Con lo que la obra de Cantet permanece en nuestra piel aún muchos días. Y esto no es moco de pavo en una cartelera tan llena de mediocridades infantiloides.
Finalista entre las últimas elegidas para competir en los Oscar por la sección de habla no inglesa, La clase es un pastel de la más fina repostería, la crónica de una muerte anunciada, la de la falta de comunicación, la del enfrentamiento dialéctico, la de la democracia en juego ante tantos prismas diferentes, y la del profesorado frustrado frente a su propio laberinto equilibrista. El miedo hace mella, porque todos tienen miedo, miedo al fracaso. Tal vez sean más importantes que nunca los descubrimientos personales, como el de una alumna que tenía entre sus lecturas La república de Platón. Sorprendente. Un año escolar transcurre ante nuestros ojos en 128 minutos. Un retrato de nuestras sociedades, en las que la educación es primordial para el futuro de las nuevas generaciones y el bienestar psicológico de la sociedad futura.
Este grandioso cine europeo tendría que entrar por la puerta grande de los Oscar, y no por la de atrás.
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