Exactamente hace dos décadas John Cassavetes dejó de existir mientras su obra comenzaba a ser valorada como una de las más interesantes e influyentes del cine internacional. Para la gran mayoría era solo conocido por su faceta de actor en The Dirty Dozen o El bebé de Rosemary hasta que una sucesión de realizaciones notables y rodadas casi en la marginalidad, dieron cuenta de una peculiar forma de ver el cine en los ’60 y ’70, despojado para siempre de la ingenuidad clásica. Se puede considerar a Cassavetes como el primero que intentó hacer un cine independiente ajeno a las necesidades o caractarísticas definidas del género. Fue 1959 el año de eclosión de diversos movimientos surgidos de esta necesidad de representar realidades y puntos de vista sin pasar por el filtro ideal que impusieron los estudios. Y así fue como un John, apenas habriéndose paso como actor, se empeñó tambien en rodar Shadows, un film en el cual la vocación rupturista y autoconciente estaba servida. Sin conocerse propiamente ninguno de sus futuros trabajos, se podría decir que Cassavetes significó al cine norteamericano lo que Godard al europeo.
Las suyas son películas experimentales para las cuales el propio director creó un sistema de producción tan aguerrido como precario. Pequeñas influencias por aqui y allá le consiguieron todo lo que no le alcanzaba invirtiendo lo que ganaba como actor. Para ello se rodeó de un grupo de confianza que no era otro que el de sus amigos y los amigos de sus amigos. Diversos personajes de la bohemia y el arte neoyorquino entre los que se encontraban otros actores como Ben Gazzara, Peter Falk, pero por sobre cualquiera Gena Rowlands, su esposa y extraordinaria actriz, inmortalizada en casi todas sus piezas. Queremos dedicarle desde acá un pequeño homenaje pasando revista a algunos de los momentos más importantes de su obra:
Shadows
Shadows. Sombras. O más bien «escalas», bemoles, blancas, negras, corcheas. Esta película es una improvisación. La primera película de Cassavetes es el jazz jamás filmado, o filmado por primera vez. Las notas son también los colores de sus protagonistas y sus problemas, arrebatándose por toda la ciudad de Nueva York, entre tocada y tocada, bar y bar, en el movimiento de cada personaje.
Una nueva forma de ver: visiones cercanas, problemas reales, actores no actores, música, fiebre, tour de force. Cassavetes estaba loco. Gracias, John!
Faces
Rostros filmados de cerca, cuerpos en movimiento, crispados. Una crisis nupcial encarada desde los dos extremos, y medio la cámara terrible y temible del director registrando todo. John Cassavetes habla con impudicia de lo que nadie más quiere hablar. Quizá el white trash del cine se pueda rastrear hasta aquí, al resquebrajo anónimo del american dream recreado por dentro, con todas sus risas idiotas, sus crisis, celos, traiciones, y simulacros de muerte. Y La escena final… el desahucio moral, la extenuacion fisica, el terrible viaje al final de un matrimonio. Film demoledor.
Husbands
Si la labor de Cassavetes fue la persecusión neurótica por capturar los precisos momentos en los que la vida se transformaba en su idealizado laboratorio dramático y viceversa, esta historia de compañeros de juerga y resaca le añadió cierta elegancia. Estamos ante un retrato duro como el de Faces y A Woman Under the Influence pero un tanto más relajado. Después de todo este es un film sobre ese momento de reflexión ante la llegada de la segunda mitad de la vida. Chicos alegres y deportivos que de un momento a otro toman conciencia de que son unos cuarentones, y que tal vez el resto que les queda es solo para vivirlo con una progresiva amargura y aburrimiento. Al final ni de eso pueden ellos (y nosotros) estar seguros.
Minnie & Moskowitz
Si hay alguna película del director a la cual podamos catalogar de alegre es esta. Es la película de amor que le hubiese dedicado a su odiado mainstream. Ni Minnie ni Seymour saben exactamente a donde les podría llevar esta sucesión de momentos tranquilos y exasperados al puro estilo experimental del padre del indie cinema, pero de eso se trata. En este espacio no caben más certezas que las de querer reproducir el reflejo de la vida misma. Improvisación e interpretaciones extremas como siempre. Una mirada cálida y optimista como nunca.
Love Streams
Casi al final de su carrera Cassavetes ya gozaba del prestigio negado anteriormente dada su condición de intransigente creador. Para ese momento su arte se había vuelto muy extraño. Por un lado lo teníamos practicando con sus señas más visibles, algún que otro coqueteo con la industria. Ahí estaban Gloria y Big Trouble. Pero en medio nos entregó una película absolutamente radical, hermética y tan fascinante e intensa como las de décadas anteriores. Love Streams es la mirada sepulcral a esas fronteras humanas en constante conflicto, hirviendo dentro de un universo que no esquiva lo fatástico. Es el rincón final donde John y Gena terminan refugiados ante el abandono. Corrientes de amor, la final negación filial, el sentimiento de pavor ante la cercana vejez. Todo ello reunido en ese recorrido de picos dramáticos y desconcertantes. La obra maestra final de John.
(Textos Antolín Prieto y Jorge Esponda)
Deja una respuesta