Midnight in the Garden of Good and Evil
Dir. Clint Eastwood | 155 min. | EE.UU.
Intérpretes: John Cusack (John Kelso), Kevin Spacey (Jim Williams), Jack Thompson (Sonny Seiler), Irma P. Hall (Minerva), Jude Law (Billy Hanson), Alison Eastwood (Mandy Nicholls), Paul Hipp (Joe Odom), Lady Chablis (Chablis Deveau), Dorothy Loudon (Serena Dawes), Anne Haney (Margaret Williams), Kim Hunter (Betty Harty), Geoffrey Lewis (Luther Driggers), Richard Herd (Henry Skerridge), Leon Rippy (Detective Boone), Bob Gunton (Finley Largent)
Estreno en EE.UU.: 21 de noviembre de 1997
Una mirada pausada y complaciente de la sociedad sureña y, en particular, de Savannah, la capital de Georgia, es la que nos ofrece Clint Eastwood en este thriller más bien light; donde todos los aspectos controversiales (homosexualidad, racismo) han sido casi barridos bajo la alfombra, gracias a un enfoque de amable conservadurismo sureño y provinciano, sazonado con un poco de vudú. No obstante, es en esta suavizada ambientación donde se desarrolla una pesquisa policial y judicial que relatará un escritor yanqui, John Kelso, el cual sirve de nexo entre personajes disímiles de una ciudad tranquila, que le van diciendo y ocultando las verdades locales; y de lo cual vamos entresacando la doble vida que caracteriza tanto al protagonista principal Jim Williams, como a otros.
Una mirada pausada y complaciente de la sociedad sureña y, en particular, de Savannah, la capital de Georgia, es la que nos ofrece Clint Eastwood en este thriller más bien light; donde todos los aspectos controversiales (homosexualidad, racismo) han sido casi barridos bajo la alfombra, gracias a un enfoque de amable conservadurismo sureño y provinciano, sazonado con un poco de vudú. La principal característica de esta película es la simpática descripción de una clase social ociosa que, a diferencia de Dioses del peruano Josué Méndez, no busca ni la caricatura ni la exploración de lo abyecto; sino que más bien se contagia de la parsimonia y encanto de sus personajes (al igual que la cinta del peruano), pero para mostrar una cara amable y hasta despreocupada (que otros encontrarán hipócrita).
No obstante, es en esta suavizada ambientación donde se desarrolla una pesquisa policial y judicial que relatará un escritor yanqui, John Kelso, el cual sirve de nexo entre personajes disímiles de una ciudad tranquila, que le van diciendo y ocultando las verdades locales; y de lo cual vamos entresacando la doble vida que caracteriza tanto al protagonista principal Jim Williams, como a otros. Todo ello salpicado de algunos detalles pintorescos y mágicos que constituyen el principal foco de interés del escritor. Hay también un par de fiestas algo mórbidas que terminan por enmarcar la acción policial de esta suntuosa película de época.
El trabajo directoral de Eastwood exhibe ese ritmo pausado, pero que no obstante mantiene el interés del espectador, ya sea por el buen guión como por las situaciones inesperadas, por ejemplo: las sesiones nocturnas en el cementerio o el curioso concurso donde los negros de clase media imitan los bailes de sus antiguos amos aristócratas; lo cual ayuda a relajar tensiones y alargar el filme, sin llegar al nivel soporífero. Ello por la maestría de este veterano cineasta y su capricho por limitar su talento a piezas menores, como es este caso. Seguramente también se le podría criticar la falta de filo crítico (como lo hacen algunos, quizás con mayor justificación, con respecto a El Sustituto), pero ello nos conduciría a una cinta muy distinta; y, en todo caso, Eastwood se sacaría este clavo en su último filme, Gran Torino, del que escribiremos más adelante. En resumen, un divertimento para quienes quieran superar el aburrimiento sin llegar a experimentar demasiada excitación.
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