Con una carrera relativamente corta, el británico Danny Boyle se ha hecho de una amplia legión de admiradores a pesar de los reparos que se le puede hacer a una filmografía hecha con recursos y propósitos «de impacto». Su amplia trayectoria teatral lo llevó a la televisión y desde mediados de los años ’90 al cine, en un incio dentro de la franja independiente y luego alternando este tipo de producción con los lujos de la industria. Algunas películas suyas logran disfrazar su modestia en presupuesto con un característico trabajo visual que lo delata como un admirador de Kubrick pero en su lado más exterior. Tal afán preciosista junto a una precisa selección de sus soundtracks, se convirtieron para la más reciente generación en todo un símbolo postmoderno.
Pero en honor a la verdad, hay que decir sobre Boyle que dista muchísimo de ser un gran cineasta para el tamaño culto que despierta. Aún así se distingue una temática dentro de su obra dispersa e irregular: la búsqueda de un Edén por parte de unos personajes que huyen desesperadamente de las paranoias del primer mundo. Sus películas son pretendidas parábolas en las que estos aventureros -muchas veces oscuros- caen en cuenta de que esa persecusión por la perfección siempre termina convertida en otra desilusión, o acaso en un nuevo punto de eterna partida. Esa idea era la que marcaba el trayecto de sus película iniciales con Ewan McGregor (a quien llevó a la fama), o una película tan fallida como La playa incluso. De ello también se sirve la reciente Slumdog Millionaire, la película con la Boyle podría estar gozando de su mayor éxito profesional en solo unas horas. A continuación hacemos un breve repaso por la carrera filmica de este director:
Shallow Grave: ¿Se puede hacer un film criminal austero y abigarrado? Boyle dijo que sí con este primer largometraje de peculiar atractivo visual. Unos amigos relajados viven en un departamento de Glasgow haciéndola de Three’s Company, hasta que el fantasma de la fortuna fácil hace de ellos verdugos y víctimas de su propia ambición devenida en locura. Que no se diga que la estética Friends nunca tuvo su «resplandor». Probablemente este sea el mejor film de Boyle.
Trainspotting: Llamada con pomposidad «La naranaja mecánica de los ’90», esta cinta debe de ser el emblema de la carrera de Boyle. Una película de humor corrosivo, y cierta ingenuidad dentro esa crónica nihilista sobre Mark y su grupo de amigos salido de la novela de Irvine Welsh. Para recordar algunos momentos de total extravagancia como ese descenso acuático al ritmo de Bizet.
A Life Less Ordinary: Con el éxito de sus dos películas anteriores, Danny apuntó hacia las puertas abiertas de Estados Unidos, pero no con mucha efectividad. Esta película con Ewan McGregor y Cameron Díaz quiere ser una road movie festiva y musical pero parece que del desconcierto turístico no la salva ni su rocambolesco argumento. Vale, eso si, como prueba de fuego para una versatilidad no demostrada todavía.
La playa: Sus ambiciones por impactar visualmente llevaron a Boyle a este traspié que ya merecía más cuidado en su calidad de vehículo al servicio del emergente Leonerdo DiCaprio. Discursos dudosos acerca de la transformación del hombre ante el mundo salvaje, y adornos de estilo clipero, solo la convierten en una ensalada explícita sobre la búsqueda de ese mundo ideal, negado solo a los compradores de souvenires.
28 días después: El universo del terror siempre se estuvo insinuando en su cine, pero nuestro director recién le toma el pulso con esta película de zombies británicos. Buenos momentos abundan en la primera mitad. En la segunda nos topamos nuevamente con discursos que aluden al totalitarismo como remedio del caos, y demas pretensiones que vimos antes y mejor en el cine del padrino Romero.
Millions: Sin tanta expectativa, Boyle estrenó después este pequeño film en el cual nuevamente las ilusiones desmedidas, se vuelven a apoderar de unos personajes concebidos como clichés de alguna comedia norteamericana. En este caso se trata de un pobre angelito, que deja de serlo, nuevamente por causa del diabólico azar.
Sunshine: Un viaje final a la mayor de las estrellas. Ambiciosa y bastante efectiva revisión de la cinecia ficción más detallista. Otra vez guiños visuales a Kubrick y de pasada a Solaris, pero con el placer de contar una aventura llena del misterio y obstáculos como las de Indiana Jones.
Slumdog Millionaire: Película premiada a más no poder. Esta adaptación de la novela de Vikas Swarup es una correcta aproximación al mundo de Bollywood y sus ficciones de la miseria y las ganas de triunfar. No estamos ante la gran película cacareada, ni tampoco ante una interesante aproximación a esa cinematografía clásica, voluminosa y de sabor tan propio. Boyle cumple con entretener y eso ha sido suficiente para obtener grandes réditos.
Deja una respuesta