¿Cómo se hacen las películas en nuestro país? ¿Qué dificultades enfrentan los realizadores? ¿Existen corrientes, géneros definidos? ¿De dónde sale la plata? Muchas preguntas para un cine incipiente y siempre en edad escolar. Varias de estas cuestiones deben haber rondado la cabeza de Pablo J. Ruiz para decidirse a realizar una serie de diez cortos que pusiera las cosas en perspectiva. Para ello contó con la colaboración de realizadores de distintas generaciones y procedencias, como Augusto Cabada, Aldo Salvini, Raúl Gallegos, Judith Vélez, Flaviano Quispe, Héctor Marreros, Miguel Barreda, Francisco Lombardi, Augusto Tamayo, Chicho Durant, Claudia Llosa, Josué Méndez, Eduardo Mendoza, Ricardo Velásquez, Luis Llosa, Álvaro Velarde, Ernesto Cabellos, Humberto Saco, Andrés Cotler y otros más.
La serie imaginada por Pablo se basó en entrevistas que sondearan la experiencia de los directores sobre los distintos procesos de la tarea cinematográfica, avanzando progresivamente desde la vocación de construir historias hasta la hamletiana pregunta de si el esfuerzo valía la pena. Vemos entonces que el documental tiene una abierta vocación pedagógica y busca ser un insumo para quienes se decidan a tomar la cámara y alumbrar obras audiovisuales. El orden de los diez capítulos es como sigue:
- I: La Vocación
- II: El Guión
- III: El Proyecto
- IV: El Financiamiento
- V: El Rodaje
- VI: Dirección de actores
- VII: Elementos cinematográficos
- VIII: El peor error de un director
- IX: Distribución y exhibición
- X: ¿Vale la pena hacer cine en el Perú?
Para saber más de este extraordinario esfuerzo (más aún si como sabremos luego fue realizado con exiguos recursos) conversamos con Pablo J. Ruiz para conocer de primera mano su experiencia.
Pablo ¿En qué momento se te ocurrió realizar el documental?
Ingresé a la Universidad de Lima queriendo hacer cine. Al egresar me vi haciendo vídeos institucionales y otra clase de grabaciones que no tenían nada que ver con hacer cine y no veía la forma de cambiar. Entonces se me ocurrió preguntarles a los cineastas peruanos como hacían cine y saber si era posible vivir de ello.
¿Cuál fue tu equipo de producción?
Fueron dos buenos amigos que también quieren hacer cine. Luis Alfredo Landavere y Diego Mezarina. Yo coordinaba con ellos y con el cineasta a entrevistar. Era algo muy cerrado porque no se necesitaba mucha gente y tampoco había mucho dinero
¿Cómo elegiste los 10 temas? ¿Dejaste de lado algún punto?
Al inicio los temas eran muy amplios, había treinta preguntas y las entrevistas duraban más de dos horas. El primer interés no era hacer los documentales, sino satisfacer mis propias curiosidades con respecto al oficio de cineasta. Poco a poco empecé a eliminar las preguntas más técnicas como el uso de cámaras o cosas muy específicas y me inclinaba más por preguntar experiencias y es a partir de allí que se me ocurrió hacer el documental.
Para preparar las entrevistas ¿viste muchas películas peruanas?
Yo he visto muchas películas peruanas desde niño, en verdad siempre he visto mucho cine en general. Los temas salían de preocupaciones personales, por ejemplo ¿Cómo se conseguía dinero para hacer una película? O ¿Cómo se construía un proyecto para el mercado internacional? ¿Por qué un guión puede tener más aceptación que otros? Quería despejar mis inquietudes para hacer cine.
¿Cómo contactaste a los directores?
El contacto fue relativamente fácil. Pedí apoyo a CONACINE y la señorita Ana María Baca fue muy amable y siempre le voy a estar agradecido porque confió en mí y me daba los correos electrónicos y teléfonos de los cineastas. Luego coordinaba con ellos y a veces estaban ocupados y se demoraban en darme la entrevista. Eso fue lo más difícil, esperar reunirme con ellos. El proceso duró casi un año porque quería entrevistar a 25 cineastas.
Tienes algunos directores regionales, pero aparecen poco ¿Por que?
No entreviste a tantos cineastas regionales porque fue difícil encontrarme con ellos, la mayoría no vive en Lima. Este proyecto fue autofinanciado, entonces no tenía dinero para irme hasta provincia a entrevistarlos. Por otro lado, la mayoría de los cineastas eran de Lima y al momento de editar tenía que darle prioridad a las respuestas similares para crear una unidad, por eso tampoco hay mucha intervención de documentalistas ni de cine de animación, porque son procesos diferentes. Al no encontrar “ganchos temáticos”, era imposible incorpóralos en el documental.
¿Cuál es el director que mejor atendió tus preguntas?
Todos fueron muy amables y honestos. Todos querían compartir su experiencia y nos trataron como amigos durante la entrevista.
¿Cómo hiciste con los insertos de películas, gestionaste los permisos?
Cuando iba a entrevistar hacia firmar dos hojas de permiso. El del uso de la entrevista y el del uso de la película del director entrevistado. Además este proyecto es educativo, sin fines lucrativos. Es un trabajo arduo y nunca pensé en ganar dinero, pero si en aprender y hacer algo para los jóvenes que quieren hacer cine.
¿Por qué sólo consideraste entrevistar a directores y no actores, productores o críticos?
Para tener un símil en las respuestas y un punto de vista que diera orden al documental, sino hubiese sido una pesadilla en edición. Aunque ahora estoy haciendo uno sobre productores.
En el aspecto técnico ¿Con qué equipos trabajaste?
Con una cámara semi profesional Mini DV que compré con dos amigas, Carolina Vence y Carla Miranda. Y la editora es mía. El gasto real fue de 300 dólares. Hacer el proyecto era muy importante para mí y ciertamente se hizo con lo que se tenía a la mano.
Tú estuviste a cargo de la edición ¿Cuánto demoró el proceso? ¿Fue difícil elegir las partes que quedaron?
Si, duró tres meses. Transcribí todas las entrevistas, como 300 páginas y empecé a editarlos en papel primero y luego lo edité en video. Como largometraje me resultaba muy aburrido, entonces decidí hacerlo en pequeños documentales de 10 minutos cada uno, de esta manera resultó más ágil para el espectador, para que pudiera verlo con varias pausas. Esperaba que sea un material didáctico y que pueda ser visto en clases o conversatorios.
Cuál fue el aporte concreto de la Universidad de Lima y de la Universidad Católica.
Fue un apoyo institucional, no dieron dinero ni tampoco lo solicité. No quería entrevistar a los cineastas sin ningún apoyo, quería darle relevancia al proyecto para no hacerlo tan informal. Solicité una carta de apoyo a la Universidad de Lima y al PUCP, a ellos les gustó el proyecto y lo respaldaron, y yo se los agradezco porque permitió que el proyecto fuera visto con importancia.
¿Dónde presentaste la serie? ¿Cómo le fue?
Lo presenté en televisión, en “El placer de los ojos”, algunos capítulos, en la Universidad de Lima y en el Festival de Lima. No he conseguido una gran difusión desde que se terminó, que fue en enero de 2008, pero ese es el problema que enfrentan todos los realizadores jóvenes. El grupo Chaski me está apoyando para que llegue a las universidades e institutos, pero si algo me ha dejado insatisfecho, es la poca difusión del proyecto.
¿Cuáles son tus planes ahora? ¿Cómo estás moviendo el documental?
Bueno, el proyecto me ayudó a sacar la licenciatura, no lo pensé para ese fin, pero sirvió. El proyecto sigue siendo difundido por el grupo Chaski y de allí pienso colgarlo en Internet y ponerlo en Polvos Azules… me gustaría que fuese difundido en otros centros culturales, pero es muy difícil.
En tu carrera personal, cuales son los pasos siguientes ¿tienes un proyecto entre manos?
Estoy escribiendo un guión, que es un proyecto a largo plazo porque debe pasar por becas, concursos, festivales, etc. Y otros cortos que pueden ser autofinanciados. Lo que ahora me interesaría realmente sería trabajar en una distribuidora de cine.
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