Mientras ya se han identificado los primeros casos de la temida influenza tipo AH1N1 en nuestro país, en la blogosfera y la prensa cinematográfica de Perú también han aparecido crecientes síntomas de otro tipo de epidemia: la influenza cine peruano. Felizmente no es mortal, como la citada pandemia mundial, pero sí perniciosa en tanto afecta el buen juicio de críticos, cinéfilos y cineastas.
Origen
Este no es un mal peruano, sino universal (aunque muchos de quiénes lo padecen están convencidos que es totalmente made in Peru; lo que es un efecto propio de la infección). Se le conoce también como chauvinismo o nacionalismo en el arte.
Contagio
Las formas más comunes de contagio, aparte del oral (boca a boca, pero no sexual), es en el ciberespacio y los medios; felizmente, sin afectar los sistemas operativos ni el hardware de los equipos.
Estacionalidad
Es un mal estacional: aparece con mayor o menor intensidad cuando se estrena una película hecha en el país. Aunque ello sólo ocurre con ciertos estrenos; ya que, por ejemplo, cuando son filmes regionales, el virus no aparece en los medios y ni siquiera amerita un estornudo.
Localización
Pareciera ser que el virus no proviene del Perú como tal, sino de una cepa puramente limeña; hasta el momento.
Denominación
Se denomina como influenza porque influencia la mente de los afectados con la idea errónea de que un criterio de valoración de una película es su nacionalidad y, específicamente, la peruana.
Síntomatología
El primer síntoma es el uso recurrente de la expresión “cine peruano” para emitir juicios de valor sobre una película determinada, a la que se le atribuye la condición de “peruana”.
El segundo es un efecto termocéfalo de los que se ven en Scanners, de Cronenberg, que conducen a una creciente estridencia y agresión verbal, que puede llegar a incluir amenazas de agresión física.
Estos síntomas acompañan una creciente pérdida del sentido de realidad que los lleva a ignorar patológicamente las siguientes realidades:
- El “cine peruano” no existe, ni como realidad tangible (una industria cinematográfica) ni como concepto estético.
- Se confunde los deseos (que exista tal industria) con la realidad, lo que en casos febriles –producidos por el virus– puede reemplazar a la realidad con una percepción emocional muchas veces agresiva y completamente subjetiva.
- Se coloca al “cine peruano” como patrón de valoración de películas; según el cual el afectado decide qué es cine peruano y qué no lo es, como si la nacionalidad definiera qué películas son mejores que otras.
Complicaciones
El siguiente paso es el “síndrome de alienación bipolar extra cinematográfico”, caracterizado por un complejo de tres síntomas:
- Enmascaramiento de virus.- Se utiliza el término “cine peruano” junto a ideas, información u opiniones no contaminadas por el virus (uso no chauvinista de la expresión viral). Equivaldría a un simple catarro o un rutinario desfleme matutino. No implica gravedad ni, necesariamente, riesgo de contagio.
Sin embargo, si se permite el uso de la acepción “cine peruano” se abre la puerta a los peligros de la epidemia y sus complicaciones. Puede suceder que el virus se disfrace bajo ropajes razonables, pero engañosos; lo que, por otra parte, es propio de muchas toxinas.
- Alienación del afectado porque lo induce a opinar o actuar en función de algo que no existe (el cine peruano), como si realmente existiera.
- Bipolaridad, que se manifiesta en la formación de dos grupos contrapuestos y excluyentes.
Uno sostiene que deben defenderse la películas definidas por ellos como peruanas, por el sólo hecho de ser peruanas. Esta condición debería obligar al crítico a considerarlas en un rango especial, distinto al del resto de cintas. En una versión más franca y radicalizada se exige lisa y llanamente que la crítica participe en la promoción de estos filmes como parte de su política de exhibición. Caso contrario, el crítico es puesto en la picota. Esta percepción ataca la ética básica del quehacer periodístico y crítico, y afecta la libertad de opinión y pensamiento.El otro sostiene, en cambio, que toda película señalada por ellos como peruana, es mala por el sólo hecho de ser peruana. En ocasiones estas presunciones se dan antes que la película se haya estrenado o se la condena a partir del trailer (que también resulta denostado). Una variante importante es la del crítico que ha perdido ya toda esperanza en el “cine peruano” y que se dedica a acuchillar ese fantasma creado por esta influenza audiovisual en cada película hecha en el país. Masoquismo innecesario, que conduce a una visión distorsionada (a veces invertida, aunque no implica daño oftalmológico) sobre el cine que se hace en el país.
-
Carácter extra cinematográfico porque no coloca como elemento de valoración de una película su calidad audiovisual y artística, la cual es ignorada, sobrevalorada o subvaluada por obra de las complicaciones de esta influenza. Además de las otras consecuencias arriba mencionadas, producto de casos clínicos extremos.
A diferencia de las bacterias, que son organismos vivos, los virus son elementos muertos, que cobran vida únicamente cuando logran ingresar a células vivas; en este caso, el cerebro humano. Es por ello que este virus, denominado “cine peruano”, es un cliché que debe extirparse del cuerpo de la crítica y prensa cinematográficos. Es un serio asunto de salud mental.
Diagnóstico
En el caso de una reciente carta de protesta de cineastas contra un crítico de cine a propósito de una nota sobre la película El premio, es posible diagnosticar la presencia de la influenza cine peruano y sus complicaciones. Tanto el artículo como la carta aluden al “cine peruano” y repiten algunos argumentos que ilustran la complicación del síndrome de alienación bipolar extra cinematográfico.
Aunque debe decirse que esta complicación ha atacado con mayor fuerza a los firmantes de la carta ya que ésta se puede interpretar como un desafortunado intento de limitar la libertad de opinión de un periodista; mientras que el crítico ha sustentado su punto de vista con varios argumentos no totalmente contaminados con el virus. Pero justamente por la cualidad de enmascaramiento del mismo, todo el intercambio deriva en una bipolaridad que tiende a escalar hacia un mayor contagio.
Niveles Epidemiológicos
Por experiencias con películas anteriores podríamos ir construyendo una escala de niveles de avance de la epidemia. Podrían ser los siguientes:
Incubación.- Función de prensa o pre estreno de la película. Inicio de eventual contagio boca a boca.
Nivel 1.- Estreno de la película y aparición de críticas muy variadas, muchas de las cuales exhiben el virus de la influenza cine peruano.
Nivel 2.- Creciente tendencia bipolar: acumulación espontánea de críticas excesivamente laudatorias y otras excesivamente negativas.
Nivel 3.- Iniciativas institucionales o corporativas, en este caso, intento de limitar libertad de opinión de crítico.
Nivel 4.- Agravamiento severo, cuando exigen al cineasta que pida perdón públicamente por haber hecho su película (aunque esto no ha ocurrido por causa de este virus, es perfectamente posible que se repita y bien podríamos considerarlo el efecto más pernicioso). Punto más alto de la epidemia.
Retorno a Nivel 1.- La película sale de cartelera. Últimos comentarios boca a boca.
Latencia.-. El virus entra en período de latencia subsistiendo como cliché hasta el próximo estreno.
En el caso de El premio, hasta el momento, hemos llegado al Nivel 3.
Tratamiento
Como se sabe la influenza no tiene cura definitiva, sin embargo sus síntomas más severos se pueden combatir o aliviar. El siguiente es un tratamiento personal y consiste en inocular, hasta donde sea posible, las siguientes ideas básicas.
- El cine es un lenguaje universal, no nacional. Es por ello que la crítica cinematográfica debe centrarse en los valores artísticos de una obra, con prescindencia –para fines de su valoración– de su nacionalidad.
- La expresión “cine peruano” no existe como categoría estética para valorar un filme. En todo caso, lo que existe –como posibilidad– es el desarrollo de una industria cinematográfica y audiovisual en el país.
Y para el síndrome de alienación bipolar extra cinematográfico: no subvalorar el cine hecho en el país y no sobrevalorar la influencia de la crítica. - El problema del cine hecho en el país no es el talento; que aquí lo hay y en abundancia. Históricamente, en el Perú se han hecho todo tipo de películas: buenas, regulares y malas; incluyendo obras de arte y filmes que han llegado al millón de espectadores (y no malos). Actualmente hay en el país muy buenos profesionales en todos los rubros de la producción audiovisual. Por tanto, el problema para un cine industrial no es ni el talento local ni la variable calidad de los productos; sino la continuidad, los recursos, la distribución y el mercado.
- El surgimiento de una industria cinematográfica en el país no es función de la crítica de cine. La creación, continuidad y desarrollo de esta industria no depende de la crítica cinematográfica, sino de una política cultural por parte del Estado y/o de la acción de productores locales; mediante determinados mecanismos y recursos para tal fin. Esta es una función de funcionarios públicos y/o de productores y cineastas.
- El éxito y viabilidad de esta industria tampoco depende de la crítica cinematográfica, sino también del público. Formar un público con sentido crítico depende, principalmente, del sistema educativo; es decir, del Estado. Y de políticas públicas para tal fin (por ejemplo, cuotas de pantalla). Aquí el rol de la crítica es subsidiario y siempre que sea en un marco de pluralismo.
- El público no es idiota. En ausencia de las condiciones para la creación de esta industria, pareciera ser que la crítica cinematográfica fuera la única influencia sobre el espectador. Lo cierto es que el público no sigue a pie juntillas lo que opinan los críticos. El público tiene y forma sus propios criterios, a veces opuestos a los de los críticos (por ejemplo, en el caso de películas de vanguardia o experimentales) y esto se expresa en la taquilla.
Advertencias y precauciones
El uso de la expresión “cine peruano” NO es necesariamente dañino en textos informativos o históricos que hagan referencia o estudien cinematografías nacionales o políticas industriales.
Tampoco lo es cuando la expresión “cine peruano” no forma parte de valoraciones de una obra cinematográfica, en particular en aquellas películas ambientadas o que proponen sentidos, imágenes y sensaciones que puedan atribuirse a una nacionalidad determinada. Pero, incluso en ese caso, el énfasis debe estar puesto en las características del lenguaje audiovisual y los valores artísticos de la película en cuestión; para evitar el contagio.
Efecto Colateral
La exacerbación del síndrome de alienación bipolar extra cinematográfico puede traer como consecuencia que una película que no es polémica ni ha sido realizada para ser controversial, como es el caso de El premio, genere un debate absolutamente desproporcionado (vg. la carta de los cineastas). Lo cual trae como efecto colateral un mayor interés del público, con el consiguiente aumento de la taquilla.
Indicaciones Terapéuticas y Posología
Las ideas expuestas para el Tratamiento pueden inocularse mediante una tira de seis (6) supositorios de “Realidina” extra forte y de acción prolongada; uno cada 12 horas. También existe en formato inyectable, con la misma posología.
Para casos muy reacios, shock audiovisual consistente en un visionado repetido –tipo Naranja Mecánica– durante una semana de un video con la Novena Sinfonía de Beethoven, específicamente la parte subtitulada que dice: “Todos los hombres somos hermanos”. Intercalado con los textos arriba citados.
Deja una respuesta