Fernando Vivas, otrora crítico de cine, aprovecha su televisivo «Mucho ojo», en Luces de El Comercio, para darle una pasada al vuelo a Motor y motivo, la pela del Grupo 5. Como podría esperarse, el saldo no es favorable. Vivas termina su crítica con un contundente: «[la película] debía ser una road movie. Pero no tenía que ser tan chapucera, caray»:
Me soplé “Motor y motivo”, la película con el Grupo 5 dirigida por el primerizo Enrique Chimoy. A los pocos minutos confirmé lo que ya me había anticipado el tráiler promocional: diálogos indicativos e indigentes, actuaciones de igual catadura y un escuálido plot que reposa en la candorosa idea de que el mafioso Carlos Cano quiere arruinarle la vida al grupo, solo por la inmensa pica que le da el ser arrochado cuando propone comprarlo.
Esa tonta intriga tapa otra, menos tonta: Élmer Yaipén, el sucesor del difunto y homónimo fundador del Grupo 5, programa junto con su hermano Andy y el resto del conjunto una gira norteña que debe rematar en Monsefú, donde está enterrado su padre y donde serán declarados hijos ilustres. Al bus suben comparsas que permiten digerir la gira: Fulvio, el gran personaje de Fernando Armas que se vacila casi al margen del guion, una documentalista que liga con el galancete John Kelvin y el vocalista Matías Colmenares, quien se traumó cuando una chica murió en un concierto y ahora se enrola de asistente para curarse del susto. Con Matías, de paso, Chimoy se atreve a un par de coreografías callejeras en una tímida apelación al cine indio de “Bollywood”. Debió ser más atrevido.
Yapa: Vivas tendrá más chances de hablar del Grupo Faiv, ya se viene la miniserie.
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