Día sombrío para el mundo del espectáculo. Otra muerte que lamentar. Michael Jackson, la estrella de la música pop súbitamente dejó de existir hace unas horas a causa de un paro cardíaco. Acá no podemos hacer menos que recordarlo como el artista que a su modo escribió un capítulo propio en la escena popular. Aquél tierno chiquillo que podemos ver en los videos de las presentaciones de The Jackson Five, pasó a ser un privilegiado de la industria del entretenimiento, que habría de llevar más lejos los sonidos y coreografías que venían desde las épocas de los pioneros de la factoría Motown. Para 1979 y el espectacular «Off the Wall» ya estaba llamado a ser ese rey elástico que impondría la moda en la década siguiente.
Pero el episodio preponderante que nos ocupa vendría a partir de «Thriller», ese disco significativo por muchos motivos. Uno de ellos fue la ambición a la hora de realizar un videoclip. Una de las mejores decisiones de la carrera de Jackson fue la de convocar al cineasta John Landis para dirigirlo luego de haber visto su trabajo en Un hombre lobo americano en Londres. El concepto inspirado en el cine de terror dió origen, más que a un clip promocional, a uno de los cortometrajes más vistos en la historia. Michael jugaba a convertirse alternadamente en héroe y villano de una historia de zombies que se adelantaban a los de esta década, demostrando que podían tener tanta agilidad y gracia como los de un show de Broadway.
Desde entonces también comenzó a notarse su tendencia por el narcisismo y la opulencia. Jackson nunca disimulaba su vanidad y eso se confirmó con la salida de «Bad». Durante esta nueva era, la estrella ya lucía sus cirugías y también mucha más parefernalia. Vale recordar también que se dió el lujo de tener a Martin Scorsese como el director del clip-película de la canción que daba nombre al disco. Animado por todo ello es que Jacko terminó convirtiéndose en protagonista de su propia aventura cinematográfica: Moonwalker. Este fue el corolario de todos sus conceptos como showman. Una incierta intriga épico-fantástica adornaba una sucesión de presentaciones en vivo. Millonario capricho, del que recordamos con mejor humor la presencia de Joe Pesci como el exagerado villano:
«Dangerous» fue quizá el último capítulo de la carrera de Michael que mantuvo algo de su gloria. Fue al mismo tiempo su producción y lanzamiento más elefantiásico. Cada clip intentaba volver sobre «ideas cinematográficas», llenos de escenarios deslumbrantes, figuras de la farándula, y más directores bien rankeados (David Lynch, David Fincher, luego acudiría a Mark Romanek y Spike Lee). Tal vez el más divertido sea este que protagonizó junto a Eddie Murphy, Iman y Magic Johnson, en las arenas de un falso Egipto:
Lo que siguió fue, lamentablemente, la controversia alrededor de sus dudosas actividades privadas, su exacerbada excentricidad, y más de una torpeza en los medios. Para entonces el mundo del espectáculo cambiaba. En ese momento comenzaron a asomar chicos desaliñados de camisas a cuadros rabiando sus malestares. Mientras el ya consagrado «Rey del Pop» se permitía lujos como dejar plantados a fánaticos de diversas latitudes (el Perú entre ellos), o levantarse monumentos gigantescos que costaban tal vez tanto como sus innumerables cuentas con los cirujanos plásticos. Para cuando intentó resucitar acompañado de Chris Tucker, Michael Madsen y hasta Marlon Brando, el gran Jackson ya era a su vez, otra vaca sagrada, clásico, del pasado. Pero por eso mismo, siempre será bueno volver a esta historia.
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