Uno de los personajes más queridos por el mundo de Hollywood ha dejado de existir el día de hoy. Karl Malden tenía 97 años de edad y se encontraba en su hogar de Brentwood cuando la muerte lo sorprendió debido a causas naturales, según declaró su hija Mila Doerner.
Malden, cuyo nombre real era Mladen Sekulovich, se convirtió en uno de esos característicos «segundas filas» dentro del cine norteamericano. Así lo podemos en clásicos como El beso de la muerte y The Gunfighter, donde no conseguía resaltar en medio del protagonismo y liderazgo de los héroes y villanos que tenía alrededor. Este parecía ser su destino hasta que al poco tiempo Elia Kazan lo llamó para formar parte del reparto de su versión al cine de Un tranvía llamado deseo. En esa cinta Malden interpretaba al dubitativo Mitch, ese personaje que se convertía en víctima de los conflictos entre Stanley Kowalski (Marlon Brando) y Blanche DuBois (Vivian Leigh).
Esa actuación le valió cierto prestigio entre el público y el reconocimiento de la Academia con el Oscar al mejor actor de reparto de 1951. Satisfecho con los resultados, Kazan lo llamaría para participar en dos éxitos más: On the Waterfront y Baby Doll. En ambas películas, Malden ya comenzaba a ser identificado en papeles de padre, a veces protector y otras ingenuo. Un cabeza de familia o de equipo, casi definido por su estatura y ciertos rasgos rústicos en el rostro. Eso también se distingue en otros títulos célebres en los que participó por ese entonces como Ruby Gentry y Yo confieso.
Luego de años haciendo más amigos que estrellatos en la Meca del Cine, la oportunidad de Malden para un protagónico llegó recién en los años 70 y en la cada vez más sofisticada televisión. Sin duda, el papel por el que se le recordará más que ningún otro será el del teniente Mike Stone de Las calles de San Francisco, la serie policial en la que aparecía junto al debutante Michael Douglas. Ahí ambos componían la dupla experto-novato, en la cual Malden sacó a relucir lo que mejor aprendió, y le salió, en toda su carrera previa.
Cabe resaltar también que entre 1989 y 1992 ejerció funciones como Presidente de la Academia de Hollywood. Para ese entonces era un personaje venerado de forma especial por sus colegas. De hecho, los televidentes peruanos pudimos conocer a ese actor sencillo y siempre de buen humor, gracias a las ocasionales entrevistas que le hiciera el también recordado Pepe Ludmir, con quien llegó a tener amistad.
Como se hace inevitable a nuestro gusto cinéfilo, aquí los dejamos con algunos momentos de su carrera:
Un tranvía llamado deseo (1951)
On the Waterfront (1954)
(Vía LA Times)
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