Educadores los ha habido de todo tipo en la historia del cine. Buenos y malos, serios e irrespetuosos. Lo más interesante de las representaciones de la labor instructiva es, como siempre, la forma en que ambas partes interactúan, cuando los personales propósitos de quien maneja la sesión y de los que la escuchan, sacan a relucir más de ellos mismos que del tema objetivo que los ha citado. Este es un acercamiento breve a películas de profes, en salones de clase o en la más amplia escuela de la vida:
Barbarroja: Humanista como era, Akira Kurosawa nos presentó en esta película a uno de los más característicos mentores de su filmografía. El doctor Niide, encarnado por Toshiro Mifune, es un hombre de sabiduría y compasión, pero también sabe imponer su extraño libre pensamiento a base de certeros movimientos marciales. Tal vez este esforzado y rústico hombre de la medicina soñaría, de vez en cuando, con el medioevo y los shogunatos en esplendor. Doble lección la que le imparte a su aprendiz, el doctor Yasumoto, casi como un antecedente del señor Miyagi:
El niño salvaje: Otra mirada didáctica, pero no por ello limitada a los esquemas y condicionamientos de esta función. François Truffaut se entrega aquí a hacer varias cosas a la vez: una crónica sobre un suceso extraordinario, una representación alegórica sobre el nuevo pensamiento y la revalorización de los conocimientos en el momento más álgido de la era de la contracultura, y también una mirada estricta pero a la vez cálida sobre la labor de la transmisión de la sabiduría acumulada. De apariencia deliberadamente envejecida, y de un lirismo envolvente, debe ser una de las visiones más bellas sobre la no siempre bien ponderada misión del educador:
El profe: Decidido a convertirse en redentor de la humanidad, y de pasadita tratar de hacer reír al público como en sus mejores años, Cantinflas se mandó con todo tipo de papeles que sacaran a relucir su altruismo. En este filme era el intachable Sócrates García, un profe que trataba de llevar la luz a un pueblo olvidado y sometido, a costa de provocar él mismo una suerte de revolución entre chistes medianos, muchísimo melodrama, y sus intentos por conquistar a una madurita Marga López:
El imperio contraataca: No podía faltar en esta pequeña muestra, el maestro favorito de muchos freakies. Esta segunda película de la saga galáctica es atractivo por varias razones. Una de ellas es la aparición de Yoda, ese retaco espacial que resulta siendo uno de los seres más poderosos del universo. Modesto y paciente, este «angelito» cinematográfico, se pasa más de una secuencia rompiéndose la cabeza tratando de aleccionar a su nuevo padawan Luke Skywalker.
La sociedad de los poetas muertos: Opción obvia pero inevitable. Robin Williams también se dedicó a enseñar, y de paso aprendió alguito de la mano del director Peter Weir, en esta película de aire más serio de lo que acostumbraba el recordado Mork. Película bien intencionada pero no tan irreverente como le hace creer el señor Keating a sus alumnos. Nos quedamos con la mejor lección: Carpe Diem.
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