Circula en la red la noticia de que el gobernador de California y ex Terminator, Arnold Schwarzenegger, ha anunciado ayuda financiera a un primer lote de producciones cinematográficas y televisivas norteamericanas, con el fin de que sus rodajes se realicen en dicha ciudad. La iniciativa data de febrero pasado, cuando se aprobó el California Film & Television Tax Credit Program, un plan quinquenal de créditos fiscales por 500 millones de dólares, que busca revertir la disminución de filmaciones en la mítica zona de Hollywood, reducidas a la mitad desde el año 2003.
Ocurre que otros estados, como Arizona, Nuevo México y Louisiana, cada cual más lejano de California, han ganado espacio en la oferta de locaciones con atractivos incentivos fiscales. Entonces Arnold, al fin y al cabo conspicua figura hollywoodense, decidió otorgar subsidios. De un total de cincuenta y nueve producciones postulantes, se dio a conocer una primera lista de veinticinco que se beneficiarían por un valor de 67,5 millones de dólares. Entre ellas se pueden identificar productos del mainstream, como la cuarta entrega, luego de quince años, de la serie ¿Y dónde está el policía?; y la segunda parte de Beverly Hills Chihuahua, la película que colocó a Machu Picchu en México. También se encuentran Dinner for Schmucks, la nueva comedia de Jay Roach (director de la saga de Austin Powers), que sería el nuevo vehículo de Sacha Baron Cohen; y un proyecto de interés, The Social Network, la vertiginosa historia de Facebook que dirigirá David Fincher.
«Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para reactivar la economía y ofrecer empleo a los ciudadanos californianos», dijo Schwarzenegger, quien piensa especialmente en «maquilladores, proveedores de catering y los demás incontables pequeños emprendimientos que abastecen a las producciones de cine y televisión». O sea, en un país donde supuestamente el mercado hace todo, el sector público intenta promover la industria fílmica y auxiliar en parte la economía de un gran Estado.
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