Festival de Lima 2009: Mal día para pescar

Mal día para pescar es otra opera prima del festival, la dirige Álvaro Brechner y representa a Uruguay. Basada en el cuento Jacob y el otro, de Juan Carlos Onetti, es una película irregular, que juega con la expectativa de un suceso excepcional en un contexto inesperado. Como parte de una pomposa gira latinoamericana, aparece en un pequeño pueblo un extravagante aventurero que se hace llamar Príncipe Orsini (Gary Piquer, coguionista al lado de Brechner). Con ínfulas de gran personaje y el letrero de estafador en la frente, es el representante de Jacob Van Oppen (Jouko Ahola), un viejo luchador que publicita como temible campeón mundial. El gancho para conseguir dinero es el ofrecimiento de mil dólares a quien pueda soportarle una pelea de tres minutos. Entonces la gracia del relato va por el contraste entre la rusticidad, falta de forma física y de salud del púgil, que hasta escupe sangre, y los afanes de espectacularidad de Orsini, en un marco de «pareja dispareja» que se retroalimenta; y por el impacto de la propuesta en una localidad alejada y de escasos recursos, donde también se puede encontrar seres extraños.

El problema es que la película, por un lado, se contagia de la solemnidad del protagonista, que presenta su tarjetita reiteradamente ante cualquier mínimo requerimiento y no se esfuerza en ocultar el fraude. Con cierta rapidez, la narración se agota en el paseo impostado y afanoso de Orsini y su estrella por varias instancias del pueblo, como los diálogos anodinos con el director del periódico local, y con la joven convencida de que su novio fortachón derrotará a Van Oppen y cobrará el premio que tanto necesitan. La ansiedad por el espectáculo que comparten propios y extraños, día a día, es meramente artificial, no se sostiene y hace que decaiga el interés. La debacle se agrava cuando Orsini empieza a perder el control de la situación y decide tomar precauciones, pero sin convicción y por lo tanto sin alterar el rumbo cada vez más errático de su proceder. Sin embargo, Mal día para pescar recupera energías en la secuencia del enfrentamiento, filmado con ingenio y buen ritmo. Salva parte del resultado global, pero es insuficiente para entusiasmarse con una farsa que no escapa del acartonamiento.