En Excursiones, su tercer largo, el argentino Ezequiel Acuña posee una de las miradas más frescas del Festival de Lima. Con el mismo dúo, retoma los personajes de su corto Rocío (1999), anterior a Nadar solo y Como un avión estrellado. Marcos y Martín, ex compañeros de colegio, dejaron de verse una década. El dato es fundamental para entender la notable atmósfera de familiaridad que fluye en la puesta en escena, con un estilo cómodo de filmar y editar, que contempla a los protagonistas en sus diálogos ambivalentes, afectuosos pero lleno de inquietudes, celos y negociaciones. Balbucean, murmuran, se interrumpen, hablan al mismo tiempo, se callan brevemente y vuelven al reclamo, la consulta o la lluvia de ideas. Entre un continuum de momentos logrados, que incluyen bellos actos de magia, un pasaje clave es el plano secuencia en que, al lado de un tercer joven, manipulan el control remoto de un avión de juguete durante unos minutos. Con la cámara quieta, se disputan el artefacto, y uno de ellos se desespera para que le hagan caso, se mueve en el encuadre hasta que consigue su objetivo, pero se queda solo en el centro mientras los dos amigos se van por atrás.
Así el relato va (re)construyendo y actualizando una relación amical, que no termina de sacudirse de la adolescencia y pretende pasar al plano profesional, pues ambos son artistas y preparan juntos un unipersonal teatral que, de algún modo, recoja sus vivencias personales, tal como hace el propio Acuña en la cinta. Por supuesto, el quehacer artístico, sobre todo cuando posee escasos recursos y se hace a la heroica, es caldo de cultivo para alimentar los roces y funciona como detonante de la hipersensibilidad, aunque sin alterar el tono sosegado y dialogante de la propuesta. Por otro lado, el blanco y negro refuerza el carácter de nostalgia y de recreación del pasado, que en cierto punto empieza a crear tensiones y a vislumbrar una nueva separación más brusca que la anterior, que ocurrió básicamente por pura inercia, en el umbral (aparente) de la adultez. Excursiones, en suma, es grande en su modestia, compuesta en contadas locaciones y por un círculo amical, y que grita independencia creativa, frente a los cánones comerciales y a cierto procedimiento minimalista cercano a la fórmula.
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