Festival de Lima 2009: Los paranoicos


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¡Frikis del mundo, uníos! Este pareciera ser el lema del director Gabriel Medina para presentarnos a su Luciano Gauna, el héroe de su historia. Como su nombre lo indica, ésta es una película sobre paranoicos patológicos. Se trata de una comedia sentimental, con un toque de drama, dado ese trasfondo psicológico. Medina sigue el esquema de las comedias en las que el protagonista se enamora de la novia de su amigo. En este caso, se trata de Sofía, la pareja de Manuel, el cual –a diferencia del héroe– es un tipo muy sociable, pero que siente debilidad por los paranoicos; tanto así que triunfa en España como guionista de una serie de televisión que lleva ese nombre. Un viaje corto de Manuel a Chile y el alojamiento de Sofía en el departamento de Gauna facilitará el link entre ambos.

Este filme reposa en el notable trabajo actoral de Daniel Hendler, quien hace una caracterización sumamente eficaz de su personaje, destacando no sólo su talante reticente, desconfiado y conflictuado, sino también un notable trabajo de expresión corporal. Para ello, Medina le asigna secuencias memorables, como el baile-karaoke que ejecuta en su depa o el baile final con Sofía en la disco; pero también unos desopilantes enfrentamientos y sueño con unos chinos del minimarket del barrio. Lo cual contrasta con su actividad como animador de fiestas infantiles y de escritor de un guión que pareciera nunca terminar de escribirse.

Es más, aparentemente es Manuel quien lo empuja y presiona para que acabe y presente su guión, pero luego se verá que el desgano o resistencia de Gauna tiene que ver con que Sinoviek ha creado un personaje basado en él y con su mismo nombre en su exitosa serie televisiva; lo cual lo resiente. La incapacidad del protagonista para comunicar este resentimiento y, en general, de comunicarse verbalmente se manifiesta de formas menos divertidas; por ejemplo, en sus extraños diálogos entrecortados con dos productores, uno de ellos tan cruzado como él. En cambio, lo consigue a través del juego de box virtual con Manuel o del baile final con Sofía en la disco. Hay, incluso, un episodio claramente dramático en el que lo vemos bambolearse desde un puente sobre una concurrida carretera en la noche.

El filme está correctamente estructurado y hay unas tres o cuatro muy buenas situaciones cómicas, pero luego tiene un defecto: la cinta se contagia de la paranoia de Gauna y si bien éste tiene algunos momentos muy divertidos, tiene otros que lo son menos y no faltan los que son aburridos; en estos últimos la película como que se pierde y divaga un poco. Por ejemplo, la escena de Gauna borracho y pepeado conversando con Sofía pretende ser irónica, pero la conversación con un borracho puede ser insulsa, agotadora y molesta. Algunos sonreirán (aunque no mucho, dada la subsiguiente visita del protagonista al baño), pero a otros se les terminará de congelar la sonrisa. Este es un caso de un realizador al que su personaje se le ha subido encima; y, para el espectador, de tómalo o déjalo.

Fuera de esto, la cinta está enmarcada dentro de una línea de cine juvenil y tiene la música correspondiente, en general, muy buena. Aparte de la música de Guillermo Guareschi hay algunas canciones realmente muy simpáticas, como la presentada en escena por el grupo Farmacia o como Féretro; las que vale la pena disfrutar y que terminan por caracterizar a los personajes. Original comedia, aunque no para todos los gustos.


2 respuestas

  1. […] ausencia de diálogos y su bajo presupuesto. Jara viene a ser otro personaje friki, como Gauna, de Los paranoicos; con la diferencia de que él no sospecha ya que tiene la evidencia a la mano, gracias a las […]

  2. […] curiosa, de esas que alarman a Gabriel Quispe, podría ser entre los protagonistas de La teta y Los Paranoicos. En efecto, Fausta es tan (o más) friki que Gauna, con eso de meterse una papa en la vagina; […]

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