The Hangover
Dir: Todd Phillips | 93 min. | Estados Unidos
Intérpretes: Bradley Cooper (Phil Wenneck), Ed Helms (Stu Price), Zach Galifianakis (Alan Garner), Justin Bartha (Doug Billings), Heather Graham (Jade), Sasha Barrese (Tracy Garner), Jeffrey Tambor (Sid Garner), Ken Jeong (Sr. Chow), Rachael Harris (Melissa), Mike Epps (Black Doug), Jernard Burks (Leonard), Rob Riggle (Oficial Franklin), Cleo King (Oficial Garden), Bryan Callen (Eddie Palermo)
Estreno en España: 14 de agosto de 2009
Estreno en Perú: 20 de agosto de 2009
Una de las sorpresas de este verano en las salas de cine ha sido una comedia al más puro estilo vodevil productor de risas. Doug va a casarse y junto a sus dos mejores amigos, Phil, un profesor bastante fresco, y Stu, un dentista al que pega su novia, deciden celebrar la despedida de soltero en Las Vegas, hoy por hoy el sitio pecaminoso ideal. Para ello se dirigen allí en un flamante mercedes prestado por el suegro mantequilloso. El espectador ya tiene abrochados los cinturones mentales y se prepara para el desbordamiento, máxime teniendo en cuenta el surrealismo metafísico de Alan, dando por sentado cualquier cosa. Pero he aquí que el realizador nos rompe los esquemas del usual camino argumental.
Los tigretones desbocados
Una de las sorpresas de este verano en las salas de cine ha sido una comedia al más puro estilo vodevil productor de risas. Eso mismo, algo que casi se había olvidado, la sana risa, objetivo de las comedias. Y es que Todd Phillips, que ya tiene experiencia en estos lides, (Viaje de pirados, 2000; Aquellas juergas universitarias, 2003; Starsky & Hutch, 2004; y Escuela de pringaos, 2006) al parecer se está especializando en el tema. Llega ahora a las pantallas con una auténtica y, todo hay que decirlo, envidiable resaca, Resacón en las Vegas (The Hangover).
Confieso que de su filmografía solo conozco la divertida parodia de Starsky & Hutch, que se desvía unos tantos de su camino de juergas, y me dejó una buena impresión, que supongo contribuyó en la elección de este film que ha tenido un éxito mayor del esperado por sus responsables. Lo curioso es que no es una saga-franquicia, ni una adaptación de bestsellers de masas abducidas, ni un remake repetitivo, ni una de superhéroes, (en todo caso sale un pobre diablo llamado Mike Tyson), ni contiene violencia sangrienta…es sencillamente una película, de la que ya se huele desde su cartel principal, su carácter desopilante. Créanme, les juro por mi cinemateca, que es desternillante, alocada, acertada en su casting, recreativa, de diálogos ocurrentes, absurdos a veces por la parte del cuñado del novio, y por ello aún más apabullantemente chispeante. Burlesca y cachonda, esta resaca de aupa nos recuerda, a los espectadores más mayorcitos, nuestros épicos desmadres. Ay! donde se quedaron.
El caso es que Phillips ha puesto bajo las cámaras lo que pinta como una auténtica despedida de soltero, o a falta de boda, juerga de celebración. Es decir, una parranda sobrada, en la que los únicos males mayores pueden ser la perdida de un diente, o la perdida del novio? Mande? El novio?
Rebobinemos. Doug va a casarse y junto a sus dos mejores amigos, Phil, un profesor bastante fresco, y Stu, un dentista al que pega su novia, deciden celebrar la despedida de soltero en Las Vegas, hoy por hoy el sitio pecaminoso ideal. Para ello se dirigen allí en un flamante mercedes prestado por el suegro mantequilloso. A este grupo de amigos se une el cuñado de Doug, Alan, un espécimen más que curioso, genialidad de los guionistas John Lucas y Scott Moore. Bien. El espectador ya tiene abrochados los cinturones mentales y se prepara para el desbordamiento, máxime teniendo en cuenta el surrealismo metafísico de Alan, dando por sentado cualquier cosa. Pero he aquí que el realizador nos rompe los esquemas del usual camino argumental.
A partir de aquí, como en un restaurante japonés, Phillips pega cuatro hachazos certeros a la merluza, y pasamos directamente del brindis con tropezones, en la azotea del hotel, al despertar de la mañana siguiente, en la habitación de 4.000 dólares, rodeados de un caos circense con gallina, bebé, y tigre en el baño incluido, además de todo lo imaginable para una juerga del copón, bien regado todo con amnesia generalizada del grupo. Cuado empiezan a despabilarse se dan cuenta que les falta una cosa, el novio. Con bebé a bordo (con el obligado uso de gemelos) y en un estado lamentable, (a Stu le falta un diente, que para información del espectador es real, el sueldo lo merezca!,) se encaminan a la búsqueda de Doug.
Poco a poco a lo largo del día irán surgiendo las piezas de su desmadre en un delirio descomunal, desde el coche de policía que robaron, -atención a la escena en comisaría, en un terroríficamente real retrato policial, donde podemos hallar algunas de las escenas más desternillante-, pasando por la sorpresa de saber que tomaron la droga de los violadores que anula la voluntad y la memoria posterior, que Stu se casó con una bailarina de streeptease madre del bebé, que robaron el tigre de la mansión de Mike Tyson, que entraron en contacto con un mafioso chino reinona total, al que tendrán que pagar 80,000 dólares por un rescate, lo que pondrá en practica el único talento que posee el irracional y retardado Alan.
Un dinámico recorrido por el que pasó anoche? En el que el propio realizador hace algún cameo: esa pareja del ascensor pillada infraganti, el número 13 con el que gusta jugar, tanto en el número de la habitación como en el tema musical Thirteen de la entrada en la ciudad nocturna, luminosa erección de la gran despedida.
Los actores están soberbios, especialmente el extraño cuñado Zach Galifianakis, aunque Bradley Cooper como Phil exprime gran naturalidad y desparpajo para la comedia. Ed Helms como Stu y Justin Bartha como Doug son más comedidos, pero correctos.
Llegados los créditos finales, no se levanten, queda aún por descubrir agujeros negros de la tal juerga. Eso sí, se queda sin aclarar lo de la gallina, y para saber si al final aparece el novio, tendrán que viajar hasta este desmadre, que les dejará como Dios. Todavía me río al recordarla.
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