El conjunto de proyectos truncos, limitados al papel o filmados a medias, que un gran cineasta deja al morir es toda una mitología, en la que autores emblemáticos como Orson Welles, Serguei Eisenstein o Andrei Tarkovski sólo han sido los ejemplos de mayor dramatismo, por la azarosa trayectoria personal y profesional de sus carreras que dejaron al partir una estela de figuras trágicas y desaprovechadas por el cine. En los tiempos recientes, Stanley Kubrick ha sido el caso más visible de continuidad póstuma de una obra en otras manos, con la ejecución de Inteligencia artificial que asumió Steven Spielberg poco después de la muerte del realizador de Ojos bien cerrados, su canto del cisne. Ha transcurrido ya una década sin él, y ahora su familia ha decidido retomar otro proyecto, The Aryan Papers, adaptación de la novela semiautobiográfica del escritor norteamericano Louis Begley, «Wartime Lies».
Begley ambientó en la ocupación nazi de Polonia la historia de sobrevivencia, en el seno de la clase media alta judía, de una mujer que decide abrazar la identidad católica junto a su sobrino, quien es el conductor del relato y evoca no sólo la época de la guerra, sino también su vida posterior, que responde inevitablemente a las mentiras del pasado. Anima pensar qué hubiera hecho Kubrick con ese material (por lo demás, se sabe que Julia Roberts y Uma Thurman fueron consideradas para el rol principal). Jan Harlan, cuñado del autor y su productor desde Barry Lyndon, ha sugerido que The Aryan Papers la dirija el taiwanés Ang Lee, que aunque carga con un penoso Hulk en su haber, es el exquisito creador de Secreto en la montaña, La tormenta de hielo, y Comer, beber, amar, entre otras cintas, y que todavía está por estrenar Taking Woodstock. Estaremos atentos.
(Vía Blog de cine)
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