Cuando está a punto de iniciarse una nueva serie de estrenos consecutivos en el cine peruano (Máncora, Tarata, Cuatro, El delfín, etc.), en una reedición del quinteto que llegó a las salas en el último trimestre del 2008, y en medio de la polémica de la Ley de Cine que tiene como coprotagonistas a distribuidores y exhibidores, llama la atención la noticia que llega de México. Desde fines de setiembre, la cinematografía de ese país dispondrá de un circuito alternativo en salas comerciales, que permitirá el regreso a la cartelera de veintiocho películas nacionales de los últimos dos años que tuvieron un efímero paso por diversas razones, incluyendo el peor momento de la gripe AH1N1 (Amar a morir, de Fernando Lebrija, estuvo sólo dos días por esa circunstancia). Ahora podrán verse durante dos semanas como mínimo, en una red que empieza con doce cines ubicados en el Distrito Federal y un amplio entorno densamente poblado.
Se trata de una iniciativa concebida al interior de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma (Canacine), que de esta manera busca compensar la presencia hegemónica de la producción hollywoodense, que explota alrededor de 80% de las aproximadamente 4,000 cinemas, y contrarrestar la rapidez con que una importante cantidad de filmes mexicanos salen disparados de ellas. «Se está trabajando en eso, yo espero que en menos de un mes esté formado el circuito, primero en la ciudad de México y luego en la periferia y luego viendo los resultados nos iremos a la provincia», expresó José Díaz, dueño de los Cinemas Lumiere, una de las cadenas principales que operan en la nación azteca, que compartirá el circuito con sus pares de Cinépolis, Cinemex y Cinemark. El empresario aclaró que la cantidad de pantallas y el tiempo de permanencia va a depender del potencial de cada cinta, pero que «se está buscando la fórmula de que nunca, ninguna película mexicana se quede menos de dos o tres semanas para que el público la pueda ver».
(Vía Mundo52)
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