El festival abrió fuegos este día con la exhibición de la nueva y millonaria película del director de Cinema Paradiso. Desde aquella cinta, estrenada hace 20 años, Giuseppe Tornatore viene desarrollando una trayectoria dispareja pero siempre interesada en el cine clásico y sus posibilidades en estos tiempos. Baarìa, se inspira en la historia de su natal Sicilia para contar la vida de tres generaciones en la vida de una familia durante el siglo XX. 30 millones de dólares invertidos y una infinidad de notas de prensa para lanzarla por todo lo alto. Sin embargo el resultado final no ha dejado contenta a la crítica, en especial a la internacional, que encuentra algunos pocos puntos de interés y su muchos errores.
Lee Marshall de Screen Daily escribe lo siguiente:
Hay demasiado intentando andar en este tributo del director a su natal Sicilia, su familia y vecinos. Hay demasiados personajes que seguir a través de décadas, demasiados temas de trasfondo, demasiadas secuencias de coreografías masivas, demasiadas imágenes de grullas descendiendo, y un soundtrack del legendario Ennio Morricone que debería ser arrestado por abuso emocional. Pero hay algo, la confianza y cierto brío en elrumbo de Tornatore que hace aguantable la jornada.
La duración (2 horas y media) y relativa oscuridad de los antecedentes históricos de la historia – que abarca el norte de Sicilia en el medio siglo entre los años 1930 y 1980 – podría limitar la audiencia internacional de la película. Pero los espectadores mayores de Europa y Norteamérica se identificarán con mezcla curiosa de la película de compromiso político y el color de una Sicilia trillada, situando a Baaria en el extremo prestigio más comercial de la plataforma cine mundial. En la misma Italia, el público (y los críticos) se dividirá entre los que critican la entrega de la película a todos estereotipos dela vida siciliana con nobles campesinos, pobres pero felices.
El desempeño apasionado de Francesco Scianna en papel principal ayuda mejorar la conexión en una cadena de incidentes que desorientan, lo mismo no se puede decir de Margaret Madè que luce solo como una modelo y cuyo débil desempeño resta autenticidad a las necesidades del personaje.
El director saca todas los recursos visuales que puede, utilizando una selección de planos que buscan deslumbrar, tomas de grúa, grandes angulares y zoom lento que a veces se interponen entre el público y la frescura de la historia. Pero para aquellos que se mantengan atentos a la película, y su duración indulgente, es probable que la fuerza Baaria sea: que nos da una historia de un héroe local, atada con fallas pequeñas y ordinarias, y éxitos, el tratamiento épico.
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