El celebrado Fatih Akin le ha dado un giro a su carrera con Soul Kitchen, una comedia que ha despertado el interés de prensa y público. El director alemán narra en esta ocasión las vivencias de un joven restaurantero en una zona deslucida de la ciudad de Hamburgo, y como varios personajes entrarán en su vida casi al mismo tiempo. Esto le sirve de pretexto al director para volver a dar uana nueva visión de la actual sociedad de su país.
«Tal vez una comedia cada diez años, cada cinco años no, es demasiado difícil. Me pareció muy, muy difícil hacer una comedia», dijo Akin a propósito de este cambio de registro. «¿Por qué será que el humor está casi mal visto, no sólo en Alemania? Mi generación de directores menos», es lo que se preguntó a continuación.
Por lo pronto la película se ha ganado el favor de la mayoría, y no sería extraño verla llevándose un premio. Aunque también algunos medios la señalan como una producción acertada y punzante, pero mediana.
El español Carlos Boyero, de El País, habla de ella:
Fatih Akin es un director que se había distinguido hasta ahora por sus densas tragedias, habitadas por familias turcas en Alemania cuyos atormentados hijos no acaban de encontrar su lugar en el mundo, un universo que encontró la mejor expresividad en Contra la pared. En Soul Kitchen el siempre intenso y dramático Akin se ha propuesto cambiar de registro y hacer una comedia sobre los agobios del dueño de un restaurante cuando tiene que emplear en él a un disparatado hermano que acaba de salir de la cárcel y enfrentarse a los especuladores inmobiliarios que pretenden derribar su negocio para construir viviendas. Akin logra hacerte sonreír y reír en bastantes momentos, aunque el guión no se distinga por la sutileza ni la mordacidad. A pesar de esas carencias, los personajes tienen cierto encanto y los buenos sentimientos no resultan cargantes. Imagino que la Mostra se ha atrevido a exhibir una comedia en la sección oficial porque viene firmada por un director tan reconocido como Fatih Akin, ya que este género debe de parecerle una frivolidad intolerable a los melifluos seleccionadores que vuelcan sus anhelos artísticos en el ser y la nada.
(Vía La Tercera)
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