La película que más ha despertado el interés de la crítica hasta el momento, es City of Life and Death (Ciudad de vida y muerte), estrenada ayer en la competencia oficial. Se trata de una visión sobre la guerra con Japón, ambientada en la ciudad de Nanjing, cuando el ejército nipón toma a sangre y fuego la que era capital provisional de China, desatando toda una masacre. Este es el tercer largometraje del director Lu Chuen, quien va camino a convertirse en uno de los nombres de mayor proyección internacional en el actual cine de su país. City of Life and Death está rodada en blanco y negro, y ha sido destacada por los medios como una gran fresco histórico.
A continuación tienen algo de lo que dice al respecto el casi siempre provocador Carlos Boyero de El País. Esta vez se muestra deslumbrado:
… El cine chino también prefiere hasta el momento la metáfora al realismo para hurgar en los desmanes de aquello con enunciado surrealista denominado Revolución Cultural. Pero acaba de realizar un necesario e impresionante ajuste de cuentas con la Historia al contar lo que ocurrió en la ciudad de Nanking cuando el Ejército japonés la invadió en 1937. Los datos aseguran que se cargaron a 300.000 de sus habitantes. A ellos está dedicada la escalofriante Ciudad de vida y muerte.
El director Lu Chuan te deslumbra con su poderoso lenguaje en las secuencias iniciales, con imágenes tremendas en blanco y negro que ilustran la toma definitiva de una ciudad en la que los únicos focos de resistencia que quedan están formados por niños. Y puedes entender que no haya tregua ni piedad en la batalla ni en el cuerpo a cuerpo. El espanto viene después, cuando el enemigo está derrotado, cuando la bestia humana legitima no ya la ejecución de los soldados enemigos que habían sobrevivido hasta entonces, sino la violación de sus mujeres y el asesinato de sus críos, la certeza de que el sadismo generalizado tiene permiso para todo cuando se ha ganado.
Si el arranque posee el poder de conmoción del mejor cine bélico, el desarrollo de la tragedia te pone los pelos de punta. Como la magistral La lista de Schindler te permite conocer íntimamente a un montón de personajes acorralados, a sus caprichosos y satisfechos verdugos, la estupefacción y el sentimiento de culpa que invade a alguno de ellos, el instinto de supervivencia en medio de la desolación, la dignidad ante la muerte, la épica que acompaña a la solidaridad en las situaciones al límite. El director nos transmite ese universo coral sin necesidad de ponerse enfático ni de subrayar los sentimientos. Es una película que prefiere la sugerencia al naturalismo, sin vocación panfletaria, estética y ética. Logra que te invada el pavor a la guerra, a la indefensión de los vencidos y a la bestialidad que pueden ejercer los ganadores.
(Vía Norte Castilla)
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