Es una regla en el universo fílmico del buen Quentin Tarantino. Si tu personaje es el (nunca mejor dicho) malo de la película, será el mejor papel de la película. El más entrañable. Tu preferido. Le querrás. No podrás olvidarlo. Y si algo queda claro luego de ver su más reciente opus, Inglourious Basterds, es que esta cinta que se regodea en conversaciones hilarantemente absurdas y escenas de violencia extrema, nos ha entregado al que debería ser el mejor supporting role del año. Atención, Academia.
El culpable no es otro que Christoph Waltz, actor austriaco quizás desconocido hasta hoy por gran parte de la platea, pero que está cosechando alabanzas generalizadas en todo el orbe. Su personaje, Colonel Hans Landa, The Jew Hunter, se impone a leguas al del que se supone debería ser nuestro aliado en la aventura reproducida en el ecran, Aldo Raine/Brad Pitt, quien no llega a convencer aún cuando es un papel también rico en matices.
La estética tarantinesca se impone en las más de dos horas de cinta, ahí están su fetichismo por los pies (ahora enfocado en la hermosa Diane Kruger), esa banalidad intencional en los diálogos, y así. Pero creo que en esta cinta, más que en las anteriores, es el villano el que verdaderamente acapara absolutamente toda nuestra atención. Desde el primer momento, en el primer escenario, Landa domina la situación, y es quien nos engalana con su psicótico encanto. En una década en donde los villanos parecen haber alcanzado un nivel de representación cinematográfica apabullante (recuerda no más el Guasón de Ledger), el trabajo de Waltz es francamente inolvidable. [Escrito por Cristhian Manzanares]
Tan inolvidable como el resto de «malos» de los que está plagado las películas de Tarantino. Queremos hacer un recuento de todos aquellos personajes que se han convertido ya en referentes dentro del cine norteamericano:
Mr. Blonde/Michael Madsen
Reservoir Dogs es una reunión de malos de película, una suerte de logia en la que, no porque sus miembros sean afines, dejarán de seguir utilizando las artimañas que los han llevado a esa categoría y a recibir como recompensa una prueba final de supervivencia, acorralados entre cuatro paredes y sus mutuas desconfianzas. Como la cosa es todo un concurso de resistencia, Tarantino les otorga, burlescamente, distintivos cromáticos: Mr. White, Mr. Pink, Mr. Orange. El que llama más la atención, vale decir, el más espectacular, es Mr. Blonde. Este personaje es quien consigue la unanimidad de opiniones del resto respecto a una sola cosa: lo dudoso de su juicio. Para ahorrarse problemas, los camaradas de este survivor cometen la ligereza de dejarlo a cargo de un rehén que al menos les sirve de indefenso sparring para aligerar las tensiones de la competencia. El aura caricaturesco que rodea al mister en cuestión en su recordado baile y tortura, es lo que mejor nos previno de que, para Quentin, ni los asuntos más sórdidos o serios están exentos de su trazo irreverente. [Escrito por Jorge Esponda]
Jules Winnfield/Samuel L. Jackson
En el cine de Tarantino los personajes son definidos muchas veces por las palabras. Sus villanos primordialmente, tienden a convertirse en las caricaturas mayores del personaje clásico que resumía sus horrendos planes en un discurso tan deslumbrante que era capaz de hacer bajar la guardia a muchos de sus contrincantes. Los tiempos han pasado, se volvieron más violentos. Quentin rescata esas figuras maquiavélicas, casi siempre bien vestidas antes, para situarlas dentro de las ficciones pulp que lo inspiraron con idéntica pasión. Jules no es propiamente el centro de convergencia maléfica de esta película pero la interpreta muy bien en su faceta decadente y cínica. Las escenas cumbre de este personaje, siempre un paso adelante del impetuoso Vincent Vega, tiene lugar al comienzo y al final de este rompecabezas. En uno es un ejecutor de brutal accionar, pero más tarde no hace más que justificarlo, buscar su raíz, explicarlo a un desconocido pillo de pocos vuelos como tarea pendiente antes del retiro. Resumen bastante original de la mirada explosiva e iniciática de la que se forjó el clasicismo y su relectura postmoderna. [Escrito por Jorge Esponda]
Louis Gara/Robert De Niro
Mi película favorita de Tarantino es Jackie Brown, la menos célebre de su autor. Y entre sus varios personajes notables -cómo olvidar la dupla de Pam Grier y Robert Forster-, el pistolero en decadencia que encarna De Niro es de antología. Louis Gara es un viejo maestro del hampa que ha perdido en prisión y con el paso de los años, el dominio de su oficio. Ha pasado de ser infalible a convertirse en un manojo de nervios y punto débil de una importante operación, que se echa a perder por su diezmada capacidad de observación. De Niro se divierte, y se luce, en un personaje instintivo y lacónico que inconscientemente busca su autodestrucción, dejando para el recuerdo escenas deliciosas con Bridget Fonda y Samuel L. Jackson. Quentin demuestra que, entre balas y botines, es un empedernido romántico, que siente melancolía y ternura por el envejecimiento de sus antihéroes y se pregunta qué diablos pasó con uno de ellos, si antes era tan bueno. Es que hasta los criminales pueden sufrir un eclipse prematuro. [Escrito por Gabriel Quispe]
Bill/David Carradine
La extravagancia total que buscaba el director en los 90, toma lugar cómodo en el bombardeo de referencias de los que está cocido el díptico encabezado por Beatrix Kiddo. La voz detrás de la organización, con la que entabla guerra personal la protagonista, adquiere rostro de la mitad para adelante. Un ex aprendiz de las enseñanzas budistas y disciplinas de las artes marciales, convertido en villano de comic, anime, cinta de mafiosos o comedia psicodélica de los 60, o las explotation que llegaron poco después. El pequeño saltamontes tiene el rostro ajado y los modales suavizados por el tiempo, aunque se permita seguir siendo más feroz que nunca por interpósita persona. Es un viejo de extraño romanticismo y sabiduría, pero sigue siendo también ese sutil encantador de serpientes. Aquel que, a diferencia de su amigo Pai Mei, gusta de vivir, y morir, entre mujeres. [Escrito por Jorge Esponda]
Stuntman Mike/Kurt Russell
Quizá el villano más incomprendido de todo el universo Tarantino sea Stuntman Mike, no sólo por lo poco que lo llegamos a conocer durante Death Proof, en la que nos pasamos el rato acompañando -más que bien- la noche de juerga de las chicas. Cuando Mike nos cuenta algo de su pasado, ningún personaje lo recuerda, y claro nosotros tampoco. O acaso, cuando dos alguaciles cowboys con pocas ganas de complicarse, como nosotros viendo la cinta, nos explican -mejor dicho conjeturan- la actitud del doble de acción, no le prestamos mucha atención.
Stuntman Mike es un hombre marcado, una suerte de alma en pena; o mejor, es el fantasma de las navidades pasadas, que viene a rezongarnos por abandonar la forma cómo se hacían las películas antes, con dobles de acción y sin tanto CGI; viene a reclamarnos que no leamos las letritas al final de una película para saber que él también era parte del crew. Y se cobra la revancha atropellando lindas chicas a las que sigue. ¡Que nadie lo culpe!
Y aunque sepamos poco o nada, Stuntman Mike no deja de ser complejo, como lo demuestra cuando rompe en llanto en las últimas escenas de la cinta, cuando es un total perdedor. Y con todo y todo, en el fondo, no lo podemos dejar de envidiar, sobre todo por el baile de Ardita. [Escrito por Antolín Prieto]
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