Acaba de fallecer el actor canadiense Joseph Wiseman, un nombre que quizá muy pocos podrían haber recordado de no haber sido el de que dio vida al inmortalizado primer enemigo del agente secreto británico en el cine. La saga de James Bond en el cine se inauguró en 1962 con una película de espías que pretendía ser la más novedosa del momento. Dr. No (o El satánico Dr. No), fue el resumen de toda una época y tendencia: psicodelia, onda pop, manierismo al por mayor. Mucho del mainstream de las últimas décadas, lo ha representada bien esta saga frívola, y por ratos entretenida. Exagerándolo todo, las aventuras del 007 no podían menos que tomar también la sentencia de Alfred Hitchcock y le dio una importancia vital a sus villanos.
Primero fueron los oportunistas de las tensiones geopolíticas entre oriente y occidente reunidos en SPECTRE, una parodia de organización terrorista que parecía rankear a sus miembros más por su nivel de extravagancia que por la brillantez de sus planes o su habilidad para poner en jaque a las potencias a las que servía Bond entre la champaña, y los ambientes de lujo en los que muchas de estas rocambolescas intrigas se desarrollaban. En la serie los villanos han sido de todo tipo: astutos y estúpidos, monstruosos y bien parecidos, traidores a la causa de los británicos o de las más diversas nacionalidades. Acá le damos un repaso breve a solo algunos de ellos. De preferencia a los iniciales, los que se podrían haber ufanado de ser los más «atractivos». ¡Adiós Dr. No!
Dr. No: No fue el primer villano que creó Ian Fleming, pero la confrontación con Bond, sentados a la mesa, es la secuencia que se repetiría hasta el hartazgo con todos los seguidores maquiavélicos de este señor planeando un ataque nuclear desde una remota isla a la que el héroe llega en compañía de la despampanante Honey Ryder. Con esos comensales difícil tomarse en serio la estrategia megalómana.
Goldfinger: El gordo tercer villano de la saga fílmica es un obseso del oro y como se imaginarán, Bond le descubre una conspiración gigantesca que involucra a las reservas de Fort Knox. Tal vez se trate del episodio más divertido de la serie. Basta recordar la memorable chica bañada en oro, otras épocas se venían en el mundo del cine.
Ernst Stavro Blofeld: Solo se vive dos veces, fue la primera de las tres películas del 007 que fueron dirigidas por Lewis Gilbert, un cineasta británico que intentó darle cierta personalidad a la espectacularidad de la saga, con secuencias masivas que intentaban dar un paso más allá en todo lo antes visto en el cine de espionaje. El mayor regalito para los fans, significó ver por fin el rostro detrás de los dolores de cabeza del agente. Demás está decirlo, pero Mike Myers y su Dr. Evil eran admiradores de Donald Pleasence.
Mandíbulas: El personaje, masculino, que más veces habrá sacado de la indiferencia a los más críticos de la serie es sin duda su villano más bizarro y torpe. Lo interpretó Richard Kiel y el que lo gozó fue Roger Moore. Con sus dientes de cobalto amenazantes, el voluntarioso Mandíbulas protagonizaba algunas secuencias de riesgo que gracias a él se tornaban delirantemente entretenidas.
Max Zorin: Adaptados a los tiempos que cambiaban, los villanos tras nuestro querido Mandibulín, intentaron ser más elegantes que los anteriores pero terminaron cayendo en lo más soso y rutinario. Era solo la expresión misma de una época de sequía creativa en el cine de acción, cada vez más tributario de la televisión de ese entonces. Solo podemos destacar al de En la mira de los asesinos, porque estaba interpretado por Christopher Walken, un actor de talento que pasó casi toda la década de los ’80s siendo muy desperdiciado.
Le Chiffre: ¿Qué más podemos ver que no se haya visto ya? Muy poco la verdad. Tal vez de los últimos villanos podemos destacar a esta reactualización del personaje que ya interpretara Orson Welles en la versión cómica de Casino Royale en 1967. Pero el que interpreta el danés Mads Mikkelsen en la nueva versión no intenta parecerse en nada al de aquél capítulo apócrifo de la saga Broccoli-Saltzman. Esta es una película que intenta vender gestos y situaciones raudas y duras. Lo consigue de vez en cuando, como cuando una partida de cartas entre caballeros esconde las viles urgencias de unos maleantes de altos vuelos.
Deja una respuesta