Dirección y guión: José Manuel «Ché» Sandoval | 89 min. | Chile
Dirección de Fotografía: Felipe Bello
Montaje: Manuela Piña, Che Sandoval
Sonido: Manuela Piña
Musica: Emilio Bascuñán, Adanowsky
Intérpretes: Martín Castillo, Francisco Braithwaite, Camila Le-bert
¿Juventud en marcha? ¿Juventud en retroceso? ¿No será una juventud a medio camino? ¿No será mejor esto último Te creís la más linda –que forma parte de la muestra El cine chileno ataca Lima– posee la gracia de proyectar una sensación generalizada de espontaneidad en la construcción de escenas, y de albergar a un conjunto de personajes sin mayor conflicto que el de querer pasarla bien, aunque Javier, el protagonista, no tanto.
Sólo quiero que me amen
Una introducción y cinco momentos de algo sencillo: Javier, un alpinchista y gilero fracasado, se enamora de Valentina en el parque y, a partir de esto, psicoseado por las circunstancias –el hombre tiene un complicado problema sexual—, imagina situaciones en las que la chica se jamonea con su amigo Nicolás. Realismo que le dicen, aunque no nos encontramos ante un historia cien por ciento realista, precisamente. Te creís la más linda (pero erís la más puta), de Che Sandoval, es una producción discreta que posee algunas resonancias de los primeros trabajos de Richard Linklater y del ultraindependiente Andrew Bujalski. La cotidianeidad filmada como apuntes caseros de encuentros con los amigos, enamoramientos al paso o pequeñas aventuras urbanas con asaltantes amigables que incluso te invitan cerveza.
¿Juventud en marcha? ¿Juventud en retroceso? ¿No será una juventud a medio camino? ¿No será mejor esto último? En todo caso, la mordacidad y el alpinchismo de Javier no excluye, o no puede ocultar su necesidad cariño, que es lo que en verdad busca a través de sus andanzas. «Te creís la más linda…» –que forma parte de la muestra El cine chileno ataca Lima– posee la gracia de proyectar una sensación generalizada de espontaneidad en la construcción de escenas, y de albergar a un conjunto de personajes sin mayor conflicto que el de querer pasarla bien –aunque Javier, el protagonista, no tanto— con buenas dosis de sarcasmo, pero sin recurrir a ese vergonzoso facilismo de las caricaturas y los estereotipos. Sí, el trabajo no pretende gravedad, pero tampoco se escuda en la ramplonería como pretexto para ansiar más público –tiene, además, el asunto de la abundante jerga y acento chilenos.
Mostrar con cámara digital en mano, sin efectos de montaje ni adornos visuales, podrá ser visto como una forma de cine que algunos señalan con dedo acusatorio de elemental. Pero en un contexto de monopolización de las carteleras comerciales de la región con películas-hamburguesas al estilo Luna nueva o 2012, «Te creís la más linda…» refuerza esa idea de hacer un cine posible –nada de ‘megaproyectos’— a partir de lo más cercano, de lo que es de uno. Un cine que empieza y termina momentos cualquiera.
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