Paranormal Activity
Dir. Oren Peli | 86 min. | EE.UU.
Intérpretes: Katie Featherston, Micah Sloat, Mark Fredrichs, Amber Armstrong.
Estreno en Perú: 25 de diciembre de 2009
Estreno en España: 27 de noviembre de 2009
Cuando un rótulo es tan contundente y categórico como “one of the scariest movie of all time”, tienes que comprobarlo con todo tu sistema nervioso. Si a eso le añades que es una película independiente, hecha con actores desconocidos, un presupuesto de $15000 y recaudación de $110 millones, y comparaciones a The Blair Witch Project, aquel gran hito del cine independiente universal (curiosamente, también dentro del género de terror), ya parece demasiado cierto para ser verdad. Luego de algo más de 80 minutos, te das cuenta que la expectativa superó al miedo.
Actividad Paranormal se ha convertido en la nueva sensación del cine de terror e independiente, que como no podía ser de otra forma, viene recibiendo elogios por parte de un sector de la crítica gringa, y sobre todo, de un público que ya sabemos cómo es de impresionable con poquitas cosas. Un éxito que no se veía, precisamente, desde la mencionada The Blair Witch Project. (Aunque la idea, la del espíritu maléfico que sigue a una persona, ya se había visto en The Entity, donde la pobre Barbara Hershey tuvo que soportar el embate de un fantasma en su propia casa).
Hay un por qué en las quizás inadecuadas comparaciones. Primero, el marketing. Se «vendió» la idea de que lo que veríamos en pantalla es el footage «encontrado» de una grabación real. Esto nos lleva al segundo punto, el tratamiento. Los actores usan sus nombres reales, las texturas son limpias, tal cual los mismos actores registraron en digital, convirtiéndolos a ellos en los directores, serán ellos los que decidan qué mostrarnos y qué no. Así llegamos al tercer punto, el más crucial, la historia. Hay «algo» ahí afuera, que no se ve, ni se muestra (o debo decir, devela), que altera, que perturba, que molesta. En este caso, una presencia demoníaca, que para la ocasión ya no acecha en un bosque en medio de la nada, sino en una muy acomodada casa de algún suburbio norteamericano, y ya no a un grupo de adolescentes con escasas técnicas de comunicación, sino en una linda girl next door, afectando su vida de pareja.
Pero donde triunfaba la bruja Blair, fracasa Actividad paranormal. Si bien es cierto, el film de Peli quiere jugar con aquello que no muestra la cámara (y que es lo que asusta), la tensión y casi desesperación a la que nos arrastraba «The Blair…» tenía que ver muchas veces con ciertos elementos que en Actividad Paranormal simplemente quedan anulados con la cámara fija. En «The Blair…» la cámara eran los ojos de los protagonistas (y por ende, tus ojos), tanto como cuando se encerraban en la tienda y la oscuridad los cegaba, como cuando salían despavoridos corriendo lo más lejos posibles de los ruidos y demás tretas que les jugaban. Paranormal Activity la usa solamente como un soporte para el registro, no la internaliza, no la asume como un personaje más. Aquí los protagonistas no se convierten en nuestros camarógrafos, y eso afecta nuestra visión, pues no nos compromete con ellos, no sufrimos juntos.
No obstante, aquello que se pierde con las imágenes, pues lo aborda de manera burda (como aquella innecesaria escena de la ouija), o inverosímil (aquella escena en donde llegan a descubrir una foto antigua en su ático), Actividad paranormal lo recupera en el plano sonoro, cuyo logro está en explotar eso que nunca vemos, pasos, golpes de puerta, ruidos en otros lugares de la casa, todas ellas como formas de comunicación que rudimentaria y truculentamente emplea esta «cosa», las que quieren meterte en razón de que en efecto, sí hay algo ahí, y que en algo arregla una historia que dados los efectismos mencionados, más que agregarles suspenso, lo rellenan de obviedad emocional bastante precario y artesano.
Hay escenas que sí son inquietantes, como aquella en donde Katie es arrastrada sin aviso de su cama por el «ente». Pero lo que se registra en el cuarto, y llega a asustar, se elimina con escenas que no aportan al suspenso. Un suspenso que no se genera desde el primer momento (si mal no recuerdo, pasa cerca de media hora y no hay ni un amago de susto), y que a posteriori, no elabora un clímax culminante en ninguno de los 3 finales (el final original exhibido solo en festivales, el final que verás cuando la veas en cine o dvd, y un tercero alternativo), aún cuando el primero sea quizás el más coherente de los mencionados.
Quizás la coherencia se perdió al no poder convencernos por qué la pareja habría de filmar hasta las conversaciones con la amiga de la víctima, en vez de mostrarnos más de los sustos que les azuza esa presencia. Actividad paranormal pudo ser mejor elaborada en manos de alguien con más claridad en sus ideas. Ciertamente, en manos de alguien con mayor noción de lo que significa asustar mucho, mostrando poco. El miedo en el minimalismo. Sin embargo, sí rescato algo que en la bruja de Blair estuvo reflejado exponencialmente, y que aquí se recoge casi con igual magnitud: esa obsesión a registrarlo todo. Y en medio de eso, ver cómo las relaciones afectivas decaen casi hasta la autodestrucción. Para luego, nosotros verlo en primera fila, sin querernos perder un solo detalle. El hecho de estar atentos en qué hora, minuto y segundo se produce lo que sea que pase (gran acierto de colocar el timer de la cámara en las escenas de la habitación). Mérito para Actividad Paranormal el dejarnos con una pregunta apenas acaba el film: ¿Será que tendremos que creer que algo pasó, solo si está registrado en video? Mmm…
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