The Princess and the Frog
Dir: Ron Clements & John Musker | 97 min. | EEUU
Intérpretes: Anika Noni Rose (Tiana), Bruno Campos (Príncipe Naveen), Keith David (Dr. Facilier), Michael-Leon Wooley (Louis), Jennifer Cody (Charlotte), Jim Cummings (Ray), Peter Bartlett (Lawrence), Jenifer Lewis (Mama Odie), Oprah Winfrey (Eudora), Terrence Howard (James), John Goodman (Big Daddy La Bouff),
Estreno en Perú: 24 de diciembre de 2009
La princesa y el sapo es una sorpresa, más aún en estos momentos en los que se acentúa la costumbre de que la animación de Hollywood que llega a nuestra cartelera sea mayoritariamente infográfica. El personaje de Tiana, no es la princesa que anuncia el título, o al menos no ha obtenido aún el derecho a serlo. El contexto de una Nueva Orleans en los años ’20 resulta atractivo desde un inicio en una cinta de la que, francamente, esperaba encontrar una nulidad.
La princesa y el sapo es una sorpresa, más aún en estos momentos en los que se acentúa la costumbre de que la animación de Hollywood que llega a nuestra cartelera sea mayoritariamente infográfica. Esta relectura del clásico cuento de hadas está lanzada como una cinta que rompe con algunos estereotipos de la vertiente que popularizara la propia Disney desde la aparición de su Blanca Nieves y los siete enanos, y en este caso se trata de una historia protagonizada por un personaje afro estadounidense. Eso podría hacernos pensar anticipadamente que estaremos por contemplar un espectáculo respetuoso de las correcciones políticas hasta lo insípido. Pero aún cuando su amabilidad está intacta, resulta siendo una película estimable, colorida e ingeniosa por varios momentos.
Dirigida por el tándem Ron Clemens y John Musker, quienes están afiliados como directores en la casa del Mickey desde Policías y ratones (¡que recuerdos de niñez!), y cuyas trayectorias incluyen populares capítulos en la nueva edad de oro de la compañía como La sirenita o Aladino, La princesa y el sapo narra el clásico planteamiento del triunfo sobre la mayor adversidad, pero dándole la vuelta para que resulte bastante fresco, ahora que las citas y diversas referencias están a la orden del día hasta llegar a saturar. El personaje de Tiana, no es la princesa que anuncia el título, o al menos no ha obtenido aún el derecho de serlo. El contexto de una Nueva Orleans en los años ’20 resulta atractivo desde un inicio en una cinta con la que, francamente, esperaba encontrar una nulidad.
Por el contrario, en La princesa y el sapo se encuentra no solo ese trabajo profesional, e impersonal casi siempre, sobre la idea del ritmo y el diseño de personajes más o menos delineados entre los activadores de la acción y sus curiosos acompañantes, también puede apreciarse una cuidadosa y hasta extraña elaboración de un estilo visual cercano al de animadores franceses como Sylvain Chomet. Mandando la caricatura, por esta aventura de la chica pobre y su noble batracio, se pasean todos los distintivos exóticos de aquel rincón del sur norteamericano: tradicionalismo, vudú, cultura creole, pantanos, etc. Y estos a su vez son reinventados como parte de un mundo o una nación totalmente distintos, como si se trataran de algún país vecino al del rey león.
Este diseño como siempre, se encuentra supeditado a la acción, pero no por ello el espectador adulto podrá evitar caer en cuenta de dos aspectos interesantes. Uno de ellos es el humor negro, que ocasionalmente se dispara a lo largo de metraje, especialmente el que está ligado con el personaje más divertido y extravagante, si es que cabe, de la función: el lagarto con aspiraciones de trompetista, y burlonamente llamado Louis. Personaje que a su vez es el más representativo del otro gran atractivo de cinta que constituye toda la introducción de la cultura del jazz, la era de la belle époque, y cierta exaltación de su órbita folclórica. Temática tan poco usual en el cine digamos “familiar” de hoy en día, y con la que hasta podríamos calificar de arriesgada la propuesta de una película que vale la pena ver por su especial encanto.
Deja una respuesta