Próximo a cumplir 90 años de edad (el 4 de abril para ser exactos), nos ha dejado uno de los autores más interesantes y entrañables del cine francés de todos los tiempos. Jean-Marie Maurice Schérer o Éric Rohmer (seudónimo que adoptó por sus ídolos Erich von Stroheim y el escritor Sax Rohmer), fue editor de la revista Cahiers du cinéma a fines de los años ’50, pero al igual que otros compañeros suyos en la revista, fue gestando la idea de llevar a la práctica todas las teorías expuestas por su mentor André Bazin. La nouvelle vague como movimiento tuvo una vida bastante corta, pero dio inicio a un puñado de carreras excepcionales como las de este hermano mayor, activo e inquieto hasta estos últimos años.
La obra de Rohmer ha sido catalogada de distintas formas. Cineasta de la palabra, o de visión naturalista. En sus películas, al menos con más claridad desde La coleccionista, se define una observación de la realidad de estructura sutil, tratando de aparentar lo establecido como obra del azar. Se dice también que es un cineasta de espíritu joven, puesto que intelectuales o no, sus personajes transitan en un estado de búsqueda de lo maravilloso, donde más que una intriga, lo que valen son sus hallazgos y ritos durante los tiempos muertos. De ahí que muchas de sus películas estén ambientadas en temporadas de vacaciones, o en momentos reflexivos cuyo ritmo relajado lo simule muy bien.
Esos retazos epifánicos de la cotidianidad, que se inspiran en la obra rosselliniana más que en cualquier otra, conforman una obra personalisíma y bastante experimental, aunque lejana del hermetismo de otros ex colegas de la nueva ola como Godard o Rivette. Dentro de todo Éric deslizaba pequeños juegos de amor, celos, poses, pero también susurros y soledades, todos ellos tributarios de la literatura prerevolucionaria que tanto le fascinaba. Esa afición es la que también inspiraba su gusto por reunir las distintas etapas de su larga trayectoria en ciclos: «cuentos morales»; «comedias y proverbios»; «ciclo de estaciones». Difícil decidirse totalmente por alguno de sus capítulos, ¿Mi noche con Maud? ¿La rodilla de Clara? ¿La mujer del aviador? ¿Las noches de la luna llena? Personalmente el recuerdo que me llevo es el de un autor tratando de captar «lo efímero y glorioso de la existencia», pero sin nada de las aparentes pretensiones que podría imaginar uno ante una frase como esa. Basta solo con ver esa sucesión de imágenes en las que la vida al aire libre con gestos y palabras son intercambiados por habitaciones en las que los personajes se someten al silencio, al aburrimiento, a sus secretas esperanzas.
La coleccionista: No es el primero de sus cuentos morales, pero es el que define con mayor precisión todo lo que el autor irá ofreciendo a lo largo de su obra. Playas, una pasión amorosa, personajes autosatisfechos enfrentados a otra forma de ver la vida, la de Haydee, una de las mujeres inolvidables del cine de Rohmer.
La rodilla de Clara: El título lo dice todo, la obsesión concentrada en un solo objeto, una forma, una sola idea de lo que es, en apariencia, una mujer. Tiene todo para ser un tradicional cuento picaresco, pero el gran Éric tiene mucho que decir al respecto. Las historias agitadas como la respiración de sus conspiradores, también guardan momentos menos complacientes.
El rayo verde: Una de las cintas más hermosas que se hayan visto. El trayecto de Delphine en medio de unas vacaciones y el temor de lo que venga a continuación. Capas de colores que marchan en fila por el ocaso como en cierto relato de Julio Verne.
Cuento de invierno: Los cambios de tiempo, como alegoría de las estaciones en nuestras vidas. En esta ocasión la historia de Félicie y Charles, amantes separados en verano pero destinados a un encuentro llegado el invierno.
Los amores de Astrea y Celadón: La última creación de Rohmer, retrocedió mucho más en el tiempo que casi toda su filmografía. Un relato de Honoré d’Urfé que se ha convertido en uno de los trabajos más elogiados de su última etapa dedicada a ciertos episodios históricos ligados a ese pasado clasista de su predilección.
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