La poesía del Apocalípsis
Esperaba con expectación el estreno (varias veces pospuesto) de la adaptación de otra de las famosas obras del escritor norteamericano Cormac McCarthy, en este caso el premio Pulitzer 2007, La carretera (The Road). Sin haber leído nada sobre las impresiones que pueda haber causado en crítica y público desde su estreno en el Festival de Venecia el pasado septiembre, y con ello evitar el tráfico de influencias, la precisa y fidedigna adaptación de la novela de McCarthy por parte del cineasta australiano John Hillcoat ha hecho renacer el entusiasmo y devoción que en su momento causó en la que suscribe la lectura de la novela.
Si bien hay que matizar que el trabajo llevado a cabo por Hillcoat (director curiosamente con un exiguo curriculum, solo tiene en su haber “La proposición”, 2005) no alcanza (aunque se le acerca sobremanera) el grado de emotividad de la novela, tarea por otro lado casi imposible, dotada como está la desesperanzada búsqueda del padre y el chico de poética. Por más que la expresiva y elegante mirada del virtuoso actor Viggo Mortensen consigue una resolución ejemplar, acompañado de un niño que da la réplica perfecta, con un parecido asombroso al personaje de la madre, Charlize Theron, del chico miedoso y angelical del libro, representante de la nueva generación de un futuro post-apocalíptico.
Dotado todo el film de una atmosfera desesperanzada, gris, cenicienta y desnutrida de felicidad, copia fiel del libro, la inserción de los recuerdos del padre en sus duermevelas sobre la devoción a su esposa, el paraíso perdido y la intención de luchar contra la depresión de ésta en escenas previas y posteriores a la catástrofe aportan unas ráfagas de contraste luminoso que convocan y reducen el abanico de sentimientos humanos a lo esencial, a lo primigenio, algo que McCarthy expone en el conjunto de su narrativa. El hombre que se deshumaniza, que aboca a la violencia extrema en momentos de destrucción, frente al que intenta preservar su manada, aún tomando decisiones drásticas y dolorosas. El hombre frente a su propia animalidad en circunstancias de pura supervivencia, el instinto heredado de nuestros ancestros. Algo que ya queda demostrado sin necesidad de un Apocalipsis final, basta observar la historia y sus guerras.
El ascetismo y lo escueto de la prosa de McCarthy se ven reflejadas en las sobrias secuencias del director australiano. Palabras respetadas que apuntan a lo verdadero, desprovistas de todo adorno innecesario, de la superficialidad del lenguaje contemporáneo, tal que la gran hecatombe que destruye el entorne hubiera devuelto al hombre, en un viaje en el tiempo, a la primitiva comunicación verbal, a la arcaica emotividad de lo esencial, a su condición de eremita nómada.
Con escasos actores en escena, esencialmente un padre y un hijo, además de algún espontáneo que va surgiendo en su camino hacia el Sur lleno de dificultades, la escenificación de obra tan impactante no se distancia de nuestra propia imaginación al leer el libro. Esa ceniza constante que todo lo envuelve, esos cuerpos delgados, sucios, esa mirada perdida, sin brillo, esa dentadura machacada, ese paisaje baldío, esa esperanza que ponemos en el carácter del chico, alguien tan especial, casi un dios menor, con quien McCarthy no evita jugar un poco con la ambigüedad de lo divino, “Ella dijo que el aliento de Dios era también el de él aunque pasara de hombre a hombre por los siglos de los siglos”.
Quien haya leído la obra saldrá más que satisfecho de una adaptación nada cómoda, que deja al espectador, al igual que el libro, rellenar los espacios en blanco. Si bien, con el fin de acortar la cinta, Hillcoat ha pasado por alto muchos detalles minuciosos en la exploración del camino, así como suavizado la violencia, en ocasiones dolorosa, del libro. Kodi Smit-McPhee es un descubrimiento que impresiona por su genuino «chico». Las apariciones de Charlize Theron, Robert Duvall (impactante), y Guy Pearce son breves pero intensas. La fotografía apocalíptica de Javier Aguirresarobe consigue un retrato devastado y al mismo tiempo bello, manteniendo esa cautivadora serenidad de la historia, muy similar a lo visto en Niños del hombre (Alfonso Cuarón) otra adaptación apocalíptica de la escritora inglesa P.D. James.
La música corre a cargo de Nick Cave, como no podría ser de otra forma, de quién Hillcoat ya había filmado una gira del mítico músico y cantante australiano junto a su banda.
Algo que resulta incomprensible, o quizá no tanto vista la impronta extremadamente comercial de la Academia de Hollywood, es que en un año en que han decidido experimentar con la cantidad de Nominaciones a Mejor película, hasta diez, no haya aparecido The Road, o al menos en el apartado de guión adaptado o cinematografía, por no mentar la de mejor actor para Mortensen.
The Road. Dir. John Hillcoat | 108 min. | EE.UU.
Intérpretes: Viggo Mortensen (hombre), Kodi Smit-McPhee (chico), Robert Duvall (anciano), Guy Pearce (veterano), Charlize Theron (esposa), Garret Dillahunt (miembro de la banda), Molly Parker (mujer maternal), Michael Kenneth Williams (ladrón).
Guión: Joe Penhall; basado en la novela “La carretera” de Cormac McCarthy.
Estreno en España: 5 de febrero de 2010
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