Una categoría menor de los Academy Awards, pero muy interesante, es la de los cortometrajes, sean animados o de ficción «real». Normalmente no se le presta atención a esta terna principalmente porque no se conocen los contendores. Pero eso ya no será inconveniente porque aquí se los presentamos para que hagan las veces de jurado y aplaudan o protesten si es que la decisión final no los satisface.
De esta manera -para qué más- los acercamos a una categoría que seguramente siempre pasó desapercibida. Este año se quiebra la desidia. Veamos y juzguemos.
1. Logorama de Francois Alaux, Herve de Crecy y Ludovic Houplain
En 17 minutos más de 2500 marcas. Una forma original y simpática de hacer publicidad en masa y forrarse los bolsillos. Uno de sus realizadores, Ludovic Houplain, ofrece una extensa entrevista para la web Yorokobu.es.
También lo pueden ver con subtítulos en español, parte 1 y parte 2.
2. Granny O’Grimm Sleeping Beauty de Lathleen O’Rourke
Una niñita asustada no puede dormir, las sábanas y frazadas no bastan para calmar los escalofríos. Entonces aparece la abuelita, símbolo máximo de la ternura, para disipar los temores y hacer la luz: el cuento Bella durmiente es su arma de calma.
3. La dama y la muerte de Javier Recio García
Recientemente ganó el Goya en su categoría. Filme históricamente importante tan sólo por ser el primer corto español en 3D. En sus ocho minutos convergen la acción, la emotividad, el humor y la música de Sergio de la Fuente. De nuevo, la web Yorokobu.es hace un acercamiento importante a esta categoría entrevistando al director Javier Recio y al productor Manuel Sicilia desde Granada.
4. A Matter of Loaf and Death de Nick Park
Wallace & Gromit regresan en corto. Después del éxito del largo La maldición de los vegetales, con Oscar a Mejor Película de Animación el 2005, ahora los protagonistas van a la empresa de una panadería. Un misterio de asesinatos está dando miedo al negocio panadero. Ahora, los incluye.
5. French Roast de Fabrice Joubert
¿Alguna vez perdiste la billetera justo antes de pagar? ¿Te disculpas con el cajero, lavas platos o pides más? Pasó siempre, hasta en un café francés en los 60.
Desde aquí agradecemos al amigo venezolano Pablo Gamba, de la revista virtual Vértigo, por el descubrimiento.
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