Sinopsis: El desafío del cineasta que encarna Lee Kang-sheng es el de filmar el mito de Salomé en el Museo del Louvre, pero en rigor duplica el del propio Tsai Ming-liang; (como ya ocurría con sus otras películas que merodeaban el tema del cine en el cine, desde El río hasta Goodbye Dragon Inn, desde ¿Y allí qué hora es? a La nube errante). Pero, esta vez, las resonancias se reflejan como en un juego de espejos interminables, ya que el mito de Salomé le importa menos a Tsai que desandar ese museo mítico-laberinto sin mostrar nunca su tradición. Usando su reverso no sublime y más prosaico como un mero decorado en ruinas por el cual se desplazan “la estrella” y Salomé (Laetitia Casta) y Antoine y el rey Herodes (Jean-Pierre Léaud), para aumentar las duplicidades. El rodaje se complica cuando los problemas financieros y personales confluyen; incluida la muerte de la madre del cineasta, y la atmósfera inevitablemente fúnebre va apoderándose de los dos films (el que hacen, el que vemos), y en la que los números musicales van puntuando un tono que busca insuflarle vitalidad a la muerte: esa compañera que se instala y espera para quedarse con todo. Vean el tráiler.
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