Expiación y purificación
La televisión actual, especialmente la privada sin eximir a la pública, es un instrumento de sustitución de aquellos circos romanos y posteriores plazas públicas de la Edad Media donde se exponían a las victimas y a sus verdugos en una orgía de incontinencia del pueblo que se deleitaba en la explotación del desgarro humano. Poco ha cambiado con los Reality Shows del siglo de las pantallas, excepto que todo es muy pulcro, y atiborrado de sonrisas hipócritas. Esa es la sensación que dan los responsables de la cadena a la que son invitados dos polos opuestos del conflicto armado de la Irlanda del Norte de 1975. No así los invitados, que en todo momento se encuentran en un túnel de introspección en cuanto a sus propios fines, uno enfrentar a su víctima y poder vivir en paz, aunque sea en el vacío, y el otro poder vengarse por fin después de treinta y tres años y conseguir sus cinco minutos de gloria televisiva.
Con un interesante dossier artístico, La caída, 2004 -sobre los últimos días de Adolf Hitler- nominada al Oscar como película extranjera, “El experimento”, 2001, y la última La invasión, 2007 junto a la Kidman y el 007 Craig, se nos presenta el cineasta alemán Oliver Hirschbiegel para llamar a su última producción de temática igualmente controvertida en la que ha realizado un ejemplar trabajo de buen cine, sobresaliendo del entorno de proyecciones de usar y tirar -en las mismas papeleras para depositar las cajas de palomitas vacías- que le rodean.
Cinco minutos de gloria (Five Minutes of Heaven), es una excelente película que hurga en la dimensión intelectual del espectador con una puesta en escena limpia de innecesarios elementos, sobria y al mismo tiempo abundante en profundos interrogantes. Con una pureza narrativa sin grumos, el pulso de la historia está delineada sin temblores, con un dibujo realista, acerado y muy estudiado de los personajes. Y es que los dos esenciales protagonistas, Liam Neeson/Alistair Little y James Nesbitt/Joe Griffen hacen un ejercicio de plasticidad cómica tan rica que el espectador ya se da por satisfecho con este punto.
Bien elaborado, el guión de Guy Hibbert (autor también de «Omagh» 2004) ganador del premio en ese apartado en Sundance 2009, está estupendamente acompasado por Hirschbiegel para hacer avanzar con fluidez el relato, quién se llevó también en Sundance el premio al mejor director.
En Cinco minutos de gloria hay dos tempos narrativos, comenzando por 1975 y la lenta y densa preparación del ritual por el que unos adolescentes que acaban de incorporarse a un brazo armado del IRA, van a acometer su primer bautizo de sangre, matar a un católico, trabajador de las canteras de Lurgan, acto que recae, por decisión propia, en el joven Alistair Little. El director juega con el caprichoso azar, de tal forma que la secuencia del niño (Joe, hermano pequeño de la víctima) que juega con una pelota en la puerta de la casa objetivo se intercala con las del acercamiento del grupo de chicos que van a acabar con su hermano, y con su vida familiar y estabilidad emocional futura.
Treinta años después Hirschbiegel exhibe a dos hombres carcomidos por el pasado, incapaces de olvidar, aunque cada uno de manera muy distinta. Alistair sembrado de culpa, habiendo pasado 12 años en prisión, y Joe de odio por haber visto su vida arruinada desde niño. Y es esto lo que la televisión del espectáculo de las emociones primarias quiere mostrar para hacer, como de habitual, su agosto. El reencuentro de Alistair y Joe será la excusa para subir audiencias, excusa que aprovecha Alistair para enfrentar al chico que años atrás paralizó, asomando desde un pasamontañas, su mirada azul. ¿Conseguirán entre las superficiales repeticiones de cámara y el “se rueda” ponerse frente a frente con sus miedos, inquietudes y furias?. No delante de la cámara, pero este intento dará pie a hacerlo en el lugar de los hechos, y en privado, lo que lleva a una última parte del film un tanto condesciende, sin dejar de ofrecer el mismo dramatismo elegantemente expuesto, especialmente en la pelea.
A partir de aquí aviso a los que no han visto el film que les puedo estropear el final, a tiempo están del exit. Para los que sigan decirles que la redención del cineasta al optimismo final huele a importación de las buenas intenciones del cine hollywoodiense, alejándose de la realidad que hace entrever la dureza del comienzo. Por lo demás, un film encomiable que hace de la actuación de sus actores principales un todo, además de exponer una fábula moral sobre la redención y el perdón, dentro del caos violento extrapolable a cualquier terrorismo global. Díficil temática que mostraron tan bien los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne con “El hijo” en 2002, o Jim Sheridan en 1993 con «En el nombre del padre» (asimismo alrededor del IRA), o en otro escenaria y con otras atmosferas, Eastwood lo expuso con toda su genialidad en «Sin perdón», allá en 1992.
Five minutes of Heaven. Dir. Oliver Hirschbiegel | 90 min. | Reino Unido, Irlanda.
Intérpretes: Liam Neeson (Alistair Little), James Nesbitt (Joe Griffin), Anamaria Marinca (Vika), Juliet Crawford (Cathy), Mark David (Alistair de joven), Richard Dormer (Michael), Kevin O’Neill (Joe de joven), Pauline Hutton (Sharon), Andrea Irvine (Sarah).
Estreno en España: 9 de abril de 2010.
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