Me enamoré en París, trillado título con el que se ha estrenado Faubourg 36 (2008), es el segundo largometraje de Christophe Barratier, el director de Los coristas (2004), que nuevamente hace honor a su procedencia musical y a ser heredero de una familia de figuras teatrales, además de sobrino del polifacético Jacques Perrin, productor de ambas cintas que es recordado, en su faceta actoral, como el Totó adulto de Cinema Paradiso.
Barratier narra historias personales ligadas al teatro de variedades en el París obrero de mediados de los años 30, principalmente en 1936, como indica el título. Sin embargo, por encima de ellas lo que hace es recrear un componente del cine francés de esa etapa, un clima de gusto popular por el espectáculo, la música, el humor fácil y la fantasía de las tablas, en un contexto de escasez económica y convulsión política que avizoraban la infausta segunda gran guerra. El epicentro de esa atmósfera de añoranza es la sala Chansonia, convertida en un personaje más, con sus intrigas de trastienda y vibraciones escénicas, que resiste los embates financieros, sindicales, políticos y emotivos que experimentan sus promotores.
La amplitud del reparto y de la(s) trama(s) que lo alimentan, ayudan a darle a Faubourg 36 un ritmo ágil y a veces vertiginoso, pero el exceso de referencias históricas, que parecen querer compensar el tono inocente general del relato, también dispersan las acciones y lo desacomodan. Es por la pretensión de ser varias cosas a la vez, musical, comedia dramática, reconstrucción social de época. La propuesta no carece de momentos encantadores, como la primera vez que la joven Douce (Nora Arnezeder) (en)canta al público ávido de novedades en la reinauguración del local y que se aburre con los actos de quien es considerado el mejor de los comediantes.
No está de más recordar, y probablemente Barratier lo ha tenido en cuenta, que 1936 es el año en que Edith Piaf, también surgida de estratos populares y de lugares mucho más modestos que el Chansonia, sale a la palestra con su primer disco y se revela como la gran voz femenina de su tiempo, lo que de alguna manera sucede, en menor escala, con el éxito de Douce. Por otro lado, el filme tampoco escapa al cliché de la bella artista que trasciende y se vuelve una herramienta de negociación o combate en vísperas de la guerra o durante ella, tal como, salvando las distancias argumentales, Clarice Van Heuten en La lista negra de Paul Verhoeven, y Diane Kruger en Bastardos sin gloria de Tarantino.
Por lo demás, Faubourg 36 es una oportunidad generosa para el lucimiento no sólo de Arnezeder, sino también de Gérard Jugnot (otro versátil elemento del cine galo), notable en el rol protagónico de Pigoil, el hombre que ama el teatro y el Chansonia, que es presentado desde un largo flashback como el inverosímil culpable de un asesinato y que curiosamente aparece luego de la guerra sin el gracioso bigotito que lo asemeja a Hitler y con broma sobre los numerosos colaboracionistas incluida.
Dir: Christophe Barratier | 120 min. | Francia – Alemania – República Checa
Intérpretes: Gérard Jugnot (Pigoil), Clovis Cornillac (Milou), Kad Merad (Jacky), Nora Arnezeder (Douce), Pierre Richard (Monsieur TSF), Bernard-Pierre Donnadieu (Galapiat), Maxence Perrin (Jojo), François Morel (Célestin), Élisabeth Vitali (Viviane).
Estreno en España: 8 de abril de 2009.
Estreno en el Perú: 8 de abril de 2010.
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